Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.
Hechos 13:38-39
Pablo hace una declaración aplastante en este mensaje en Antioquía de Pisidia. Aquí había un grupo de gente que pensaba que los diez mandamientos eran la mejor palabra que Dios le había dado al hombre. Estaban intentando lo mejor que podían vivir de acuerdo a los mandamientos, hacer el bien. Pero ahora Pablo viene a declararles que nunca encontrarán aceptación de Dios en esa forma.
Más bien, Pablo les dice, Dios ha encontrado una forma de aceptarnos aunque no podemos ser lo bastante buenos por nosotros mismos, y esa forma es por medio de Jesucristo. Esto sacudió a esta gente. ¡Nunca habían oído algo parecido! Ésta es la primera ocasión que tenemos registrada de Pablo utilizando la gran palabra que es tan frecuente en el libro de Romanos: “justificación por fe”.
¿Qué significa ser justificado? La mayoría de la gente piensa que significa el tener tus pecados perdonados. Sí, significa eso, pero significa más que eso. La justificación significa el tener tus pecados perdonados de tal manera que el honor y la integridad de Dios sean preservados por ello. Yo serví en la marina dos años y después fui honradamente despedido. Cuando fui despedido, eso significó que fui separado de la marina. Ellos habían terminado conmigo, y yo había terminado con ellos. Pero lo que me gustó fue la palabra “honradamente”. Era un despido honorable. Podía libremente enseñar mis papeles de despido a cualquiera. No había mancha alguna en mi despido. Pero conocí a ciertos hombres en la marina que fueron despedidos deshonrosamente. Estaban tan separados de la marina como lo estaba yo. La marina había terminado con ellos tanto como había terminado conmigo. Pero había una mancha en su despido. No les gustaba enseñar sus papeles de despido a nadie.
Así que lo que Pablo está realmente diciendo aquí es que si meramente tuvieras tus pecados perdonados, si Dios te perdonara en la forma en la que la mayoría de la gente piensa que lo hace, eso es, simplemente viniendo a Él, y Él es un Dios tan amante que dijera: “Oh, olvídate de ello; no pasa nada; no te preocupes; eres un gran tipo y te quiero tanto que simplemente voy a ignorarlo”. Si ése fuera el caso, entonces el honor de Dios sería impugnado. Su carácter sería profanado por ese tipo de perdón. Ya no podría ser considerado el Dios de justicia y verdad; sería un participante en mis pecados y en los tuyos. Pero Dios ha encontrado una forma, por medio de Jesús, de poner la culpa de nuestra vida y corazón sobre Su propio Hijo. Por lo tanto, podemos preservar Su honor y Su carácter y Su integridad, mientras al mismo tiempo es libre de enseñarnos Su pleno amor hacia nosotros. Eso es justificación. A causa de la cruz, nadie podrá apuntar a Dios y decir: “¡Oh, dejaste ir a aquellos que eran culpables!”. En la cruz de Jesús, Dios derramó toda Su justicia sobre Él. Y en esa cruz, en la agonía y la angustia de ello, el mundo puede ver una imagen de cómo Dios obedece fielmente Sus propias leyes. Y, sin embargo, la maravilla de ello es que, a causa de ello, el amor de Dios es libre de ser derramado sobre nosotros.
Padre, mi corazón está conmovido al pensar en la misericordia que me muestras, esta maravillosa justificación por la cual todo lo que ha sido puesto pesadamente sobre mi conciencia ha sido purificado en la sangre de Jesucristo. ¡Qué maravilloso es esto, Señor! Enséñame a nunca olvidarme de que he sido justificado.
Aplicación a la vida
¿Nos hemos verdaderamente perdido las implicaciones radicales del perdón santo de Dios? ¿Cómo podemos hacer menos que ofrecer nuestras vidas y gratitud por la majestad y maravilla de la gracia maravillosa de Dios?