Cuando se hizo de día, no reconocieron el lugar, pero vieron una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar la nave, si podían. Cortaron, pues, las anclas y las dejaron en el mar; aflojaron también las amarras del timón, izaron al viento la vela de proa y enfilaron hacia la playa. Pero, dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave. La proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugara nadando. Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que supieran nadar se arrojaran al agua primero y salieran a tierra; y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.
Hechos 27:39-44
Tal y como Dios le había dicho a Pablo, no se pierde ni una sola vida. El versículo 44 se lee como un suspiro de alivio al final de este capítulo: “Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra”. Podemos suspirar con ellos. Ahora tenemos la respuesta a la pregunta: ¿Por qué nos vienen naufragios mientras hacemos la voluntad de Dios? ¿Por qué se tienen que enfrentar los cristianos con este tipo de dificultades?
Las Escrituras nos dan varias respuestas. Primero, estas dificultades son el resultado de oposición satánica. En la carta de Pablo a los romanos, dijo que había intentado muchas veces ir a Roma y había sido impedido por Satanás. Satanás no quería que este poderoso apóstol, viniendo en la fuerza y el poder del Señor resucitado, se mudara a esta ciudad y comenzara a derrumbar su fortaleza de oscuridad, por medio de la cual retuvo a todo el mundo civilizado. Así que le demoró como pudo. Tú y yo nunca entenderemos el significado de las dificultades en nuestra vida si no las ponemos en el trasfondo de oposición satánica.
Habiendo dicho eso, también nos haría bien acordarnos de que Dios permitió todo esto. Dios es más grande y más fuerte que Satanás. Pudo haber hecho que los vientos fueran más suaves y haber hecho que soplaran en la dirección correcta. Las Escrituras sugieren algunas de las razones por las cuales Dios no siempre interviene para impedir la obra de Satanás. Una es que había lecciones en esto para los otros que navegaron con Pablo. Imagínate lo que aprendieron de un modo de vida distinto al observar a este hombre de fe en medio de los mismos riesgos con los que se estaban enfrentando. Había un elemento desconcertante que le estaba manteniendo estable en medio de estas circunstancias. Repetidamente, fue el hombre que salvó la situación en el momento crítico. Les enseñó que había una nueva forma de vivir.
También había una lección para Pablo en esto. Maduró en fe al aprender cuán fiel podía ser Dios, y cómo podía moverse para que las cosas sólo fueran hasta un cierto punto, y después, en el momento crítico, se establecería una barrera. Pablo nos dice que la fortaleza de Dios se perfecciona en la debilidad del hombre. Llegó a entender más sobre el amor y la gracia de Dios al pasar por estos tiempos peligrosos.
Finalmente, está la historia de Job, que nos muestra que, aun cuando no hay ninguna explicación aparente en términos de esta vida para los naufragios por los que pasamos, todavía hay esa victoria invisible ocurriendo, de la cual nada sabemos, que honra y glorifica a Dios y hace posible gran progreso y avance en el reino de Dios.
Padre, gracias por el recordatorio de que la vida tiene el propósito de estar llena de dificultades y hasta naufragios a veces, y es por medio de estos que aprendo las grandes lecciones por el camino.
Aplicación a la vida
¿Estamos sorprendidos y confundidos cuando nos encontramos con pruebas? ¿Estamos aprendiendo a reconocer las estrategias del enemigo, y el poder de Cristo, que mora en nosotros, que se perfecciona en nuestras debilidades? ¿Estamos contentos sabiendo que cuando no entendemos, Dios sí lo sabe?