... derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo...
2 Corintios 10:5
Al capturar una fortaleza y después de haber destruido las murallas y entrado en el centro de la misma, es necesario que usted desarraigue todos los focos de resistencia que queden.
Habrá soldados enemigos que se habrán escondido en las profundidades de la fortaleza y que han de ser sacados y tomados cautivos, o, de lo contrario, todo el trabajo tendrá que volver a hacerse otra vez muy pronto.
Esto lo hace Dios en la medida en que nosotros llevemos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo
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Debemos perseguir cada pensamiento descarriado y capturarlo para Cristo.
Todo esto se hace en el campo de batalla de la mente, la vida del pensamiento.
Por eso es por lo que su pensamiento es tan importante, y por eso debe aprender a afrontar sus pensamientos como cristiano, a examinar lo que está pensando, a juzgarlo y actuar según ese juicio, ya sea positivamente o negativamente.
No puede permitir a su mente entregarse a cualquier cosa que quiera; debe ser disciplinada, o toda su relación cristiana se desmoronará y debilitará.
Es necesario hacer esto si usted quiere tener una victoria permanente. Permita a estos pensamientos sub-cristianos quedarse sin conquistar, y pronto tendrá que tomar la fortaleza de nuevo. Saldrán reptando de sus escondites y tomarán el poder, y usted descubrirá que aquello de lo que Dios le ha librado tomará el control una vez más. Debe llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Esto no es otra cosa que el reconocimiento práctico del señorío de Jesucristo en su vida. La vida intelectual es a menudo la última parte que un cristiano rinde al derecho de Cristo a reinar. De alguna manera nos complace retener algún área de nuestro intelecto, de nuestra vida del pensamiento, reservada fuera del control de Cristo. Algunas veces esto se manifiesta permitiéndonos a nosotros mismos una gratificación interior, mientras que reprimimos la expresión externa de la misma. Muchos reproducen en su mente pensamientos lascivos una y otra vez, pero no se permiten involucrarse en los actos inmorales que implican. Eso es un rechazo a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Tarde o temprano nos encontraremos a nosotros mismos en una situación en la que el acto que creíamos poder evitar ha sido cometido antes de poder darnos cuenta. Otros manifiestan esta reserva permitiendo que pensamientos de envidia y actitudes rencorosas tomen el control de la vida del pensamiento. Aunque exteriormente parecen ser amistosos y cooperativos con la gente, interiormente están llenos de hostilidad y resentimiento contra ellos. Pero eso es un rechazo directo a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Es rehusar inclinarse ante el derecho de Jesucristo a ser Señor sobre ese aspecto de la vida.
Padre, confieso tantos pensamientos pecaminosos que me he permitido. Enséñame a llevar todo pensamiento cautivo ante Ti.
Aplicación a la vida
¿Qué áreas específicas de su vida del pensamiento necesita rendir al Señor?