… y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.
2 Corintios 10:6
Pablo trata aquí del papel del castigo para corregir los problemas de la vida individual así como los de la sociedad.
En efecto, lo que está diciendo es: Cuando os hayáis inclinado ante el derecho de Jesús de ser Señor sobre todos los aspectos de vuestra vida, ¡entonces estaré listo para castigar vuestra desobediencia!
.
Claramente, esto es una declaración irónica.
Los corintios le veían como si estuviera ansioso por castigarles enseguida.
Pero él está diciendo: No, no es que quiera castigaros.
Lo haré si debo hacerlo.
Pero prefiero no castigaros.
Quiero que aprendáis a obedecer vosotros solos.
Cuando esa obediencia sea completa, entonces me veréis listo para aplicar cualquier castigo que sea necesario.
Pero, claro está, cuando la obediencia sea completa no necesitaréis ningún castigo
.
Eso es lo que está diciendo Pablo de un modo irónico: Es fácil ministrar un corazón que está sujeto al señorío de Jesucristo.
El apóstol está mostrando la completa incapacidad del castigo para producir obediencia.
Fíjese que no dice: Cuando llegue, voy a castigaros, hasta que empecéis a obedecer
.
Muy al contrario.
Él dice: Cuando hayáis aprendido a obedecer, entonces os castigaré
.
En otras palabras, el castigo no produce obediencia.
Después de todo, la obediencia que Dios quiere no es la conformidad exterior.
Él quiere obediencia de corazón; eso es lo que quiere.
No se puede obligar a esa clase de obediencia.
Entonces, ¿cuál es el lugar del castigo? El castigo hace que la gente se dé cuenta de que hay un problema, y, por lo tanto, tiene un importante lugar. Si sus hijos no le toman en serio, usted los castiga. ¿Por qué? ¿Porque usted disfruta viéndoles retorcerse y salir corriendo? No. Usted quiere que se enfrenten al hecho de que hay un problema serio que no puede ser tomado a la ligera. Y ésa es también la función del castigo en la vida cristiana. Es para hacer que nos demos cuenta de que ciertas cosas hay que tomárselas en serio. Dios nos escarmienta como Padre porque nos ama y quiere que le escuchemos. Cuando el castigo hace que usted se tome las cosas en serio, entonces la luz tiene una oportunidad de brillar en su vida y mostrarle lo que está mal. Entonces, si usted lleva todo pensamiento a obedecer lo que Él dice y rehúsa permitir lo que Él no aprueba, descubrirá que la sanación del Señor Jesús comienza a extenderse a todas las áreas de su vida: su familia, su hogar, sus relaciones en el trabajo, en el juego, dondequiera que esté; y usted se convertirá en un elemento sanador en la sociedad.
Señor, hazme un hijo dispuesto y obediente, que se inclina ante el señorío de Jesucristo, aceptando Su derecho a ser Señor sobre todos los aspectos de mi vida. Amén.
Aplicación a la vida
¿En qué aspectos podría estar castigándole el Señor? ¿Es la obediencia de su corazón tal que está usted dispuesto a escuchar?