Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...
2 Corintios 10:4
El cristiano es el único capacitado para lidiar con las fortalezas de maldad. Por lo tanto, no perdamos el tiempo con cosas que demostraron su incompetencia hace mucho tiempo. Nosotros tenemos las armas adecuadas. El cristiano tiene cuatro armas con las cuales podemos enfrentarnos en las batallas de la vida. Con ellas, no sólo las ganaremos en nuestra vida individual, sino que también seremos un factor tremendamente poderoso para ganarlas en la sociedad.
Primero, la verdad es el arma principal del cristiano. La gloria de la cristiandad es que revela la realidad. Jesucristo dio a conocer a la gente la realidad de la vida. Desveló la realidad y desenmascaró las ilusiones y delirios bajo los que los hombres se afanaban. Puede ver a Jesús poniendo al descubierto el pensamiento incorrecto de los fariseos y todos los otros grupos con los que entró en contacto, incluyendo Sus propios discípulos. Aquí, en la Palabra de Dios, en la Palabra tal como es en Jesús, tenemos un arma poderosa.
La segunda arma es el amor. No estoy hablando del sentimentalismo que Hollywood hace pasar por amor, ni de la excesiva tolerancia del corazón hacia cualquier cosa que venga. Estoy hablando del amor bíblico, del amor que no necesita ser correspondido por la persona a la que ama. Debemos empezar a mostrar aceptación, cortesía e interés sin favoritismos, ni según los méritos, sin importar su transfondo, o el color de piel, o cualquier otra cosa, excepto que él o ella son amados por Dios y Cristo murió por ellos. Eso es amor y es un arma poderosa. Así es como la iglesia primitiva fue ganando contra reyes y edictos. Ganaron demostrando un cariño y una aceptación que hicieron de sus reuniones momentos de hermandad tan gloriosos que todos los que les rodeaban estaban pendientes de ellos, fascinados y deseando entrar.
La tercera arma es la rectitud.
Es lo que llamamos integridad.
Es rehusar sucumbir ante el propio interés.
Pablo escribe a los efesios: Ya no andéis como los otros gentiles
(Efesios 4:17b).
No podéis seguir poniendo excusas por vuestra debilidad.
Tenéis todo lo que hace falta para ser todo lo que es necesario.
Debéis dejar de mentir, robar, maldecir y ser duros unos con otros.
Y como la rectitud nunca es sólo negativa, en su lugar debéis mostrar ternura, aceptación y perdón por amor de Cristo.
La cuarta arma es compuesta: fe-oración. Las pongo juntas porque son casi indistinguibles. La fe es confianza en la actividad directa de Dios sobre la vida humana, y la oración es la petición de esa actividad. Estas dos cosas están relacionadas. Fe es la expectativa de que Dios no ha dejado de lado la sociedad, ni existe muy lejos de ella, sino que está involucrado y activo en la misma. Se está moviendo; hace cosas; hace cambios; frena; impide; derroca; construye y exalta; y hace todo esto en respuesta y por medio de la oración. ¡Qué armas tan poderosas se han puesto en nuestras manos con estos medios en estos días!
Señor, creo que Tú contestas a la oración y que Tú eres el Único capaz de demoler las fortalezas y conquistar la maldad que es tan insidiosa en nuestro mundo y en mi propio corazón. Ayúdame a luchar la batalla sin descanso, dependiendo totalmente de Ti.
Aplicación a la vida
¿Cuál de estas cuatro armas está usted usando en el presente para combatir el mal? ¿Se ha olvidado de algún arma en particular?