Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...
2 Corintios 10:4
Pablo utiliza en este pasaje la palabra fortalezas
.
Éste es el único sitio en que encontramos esta palabra en el Nuevo Testamento, pero es una palabra fácil de entender porque está formada por palabras raíces que literalmente significan lugar de fuerza
.
Es un lugar donde el mal está atrincherado, donde está fortificado, protegido tras fuertes defensas.
No está fuera a la intemperie, abiertamente expuesto y abatible, sino que está bien defendido, detrás de un fuerte con murallas, fosos y torreones, difícil de atacar.
¿Nos enfrentamos a situaciones como ésta en el presente? ¿Hay situaciones en su experiencia como individuo, o en la sociedad en general, donde el mal está enraizado de esa forma? ¿Un mal que perdura, protegido y defendido por un segmento de la sociedad, que resiste todos los intentos de derribarlo, que persiste en mantener en cautiverio, oscuridad, tristeza y desesperación a multitudes? ¿Hay lugares así? Usted sabe que los hay por todas partes en la actualidad.
Los Estados Unidos están llenos de tales fortalezas. El racismo es esa clase de fortaleza. El fanatismo atrapa las mentes de la gente, y la discriminación contra las personas por el color de su piel impacta todo lo que se hace. A menudo esa discriminación se defiende en nombre de Jesús, a pesar de las claras afirmaciones de las Escrituras contra ella.
El materialismo es otra. El materialismo es el amor por las cosas. Si usted lee reflexivamente los pasajes del Nuevo Testamento que tratan de la actitud cristiana hacia las cosas y el mundo, descubrirá cómo el amor a las cosas ciega, degrada y atrofia la capacidad para vivir. Reduce a los seres humanos a nada más que animales comodones, viviendo para el placer y para el momento pasajero. Termina volviendo la vida vana y superficial, plagada de manifestaciones de codicia.
El orgullo es otra fortaleza. El orgullo puede erigir una barrera entre la gente que convive junta. Los maridos no hablarán a sus esposas; las esposas echarán a sus maridos de sus vidas. No se comunicarán, a causa del abismo infranqueable creado por el orgullo. Los padres son aislados de los hijos, y los hijos de los padres, por enormes brechas de incomunicación entre ellos, imposibles de cruzar.
La inmoralidad es un problema similar.
He aquí una fortaleza de maldad:
la perversión sexual.
¡Qué cosa tan terrible es y qué grito de desesperación sale hoy de la gente esclavizada por prácticas perversas y que buscan ayuda!
Ciertamente éste es un asunto del que la iglesia debería hablar, donde estas armas de rectitud
deberían utilizarse.
Señor, por favor, dame ojos para ver las fortalezas que me rodean, incluso en mi propia familia y mi propio corazón. Dame un corazón que ore para que el mal sea derrotado en estos lugares de maldad arraigada.
Aplicación a la vida
¿Qué pruebas de la existencia de fortalezas ve en su propia vida? ¿Cómo está luchando para desarraigarlas?