Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...
2 Corintios 10:4
Las armas de nuestra milicia son poderosas. Ojalá pudiera decir estas palabras tan atronadoramente que captaran su imaginación y le ayudaran a ver cuán equivocada es la actitud de pesimismo y desesperanza terribles que hay entre los cristianos estos días. Muchos actúan como si todo lo que pudiéramos hacer fuera aferrarnos a lo que tenemos y esperar que el Señor venga. ¡Eso está mal! Estamos llamados a atacar esas fortalezas, y se han puesto en nuestras manos armas que son capaces de someter y derribar estas fortalezas de maldad.
La Biblia está llena de ejemplos para alentarnos. Tenemos un ejemplo en el caso de Jonás, en el que el arma de la verdad se usa para liberar a una ciudad entera. Nínive era una ciudad pagana que hacía cosas que estaban destruyendo la vida de sus gentes. Jonás fue enviado allí a predicar. Cuando Jonás finalmente cumple su llamada para predicarles, ¿cuál fue el resultado? El resultado fue que, desde el rey hasta la persona más corriente de la ciudad, se arrepintieron todos, y la ciudad fue librada por más de cien años. Ése es el golpe directo del arma de la verdad contra una fortaleza de maldad.
Puede ver cómo el arma del amor prevaleció en muchos lugares de las Escrituras. Tenemos la historia de David y Jonatán, esa historia maravillosa de amistad entre dos hombres que estaban en bandos contrarios de la política. Uno era el hijo del rey, y el otro era la mayor amenaza al trono de ese rey. Por todo los motivos, estos dos hombres deberían tirarse al cuello del otro, pero eran amigos. Se amaban profundamente. Como resultado, cuando David llegó a ser rey, Jonatán estuvo encantado y no hizo nada para resistirse. La amenazante enemistad entre estas dos familias fue sanada, extendiéndose incluso hasta el hijo de Jonatán y al hijo de su hijo. Lo que podría haber sido un pleito mortal, que habría dividido un país, fue curado por el amor.
Tomemos el arma de la rectitud. Lea el libro de Daniel. ¿Recuerda a aquellos tres jóvenes hebreos que, en la proclamación del rey, se resistieron a postrarse ante el gran ídolo erigido en la explanada? Rehusaron hacer tal cosa incluso cuando les amenazaron con echarlos al horno. A causa de ello, finalmente, el mismo rey se convirtió en creyente y publicó una proclama para que el Dios de Daniel fuera honrado y respetado por todo el reino.
Estas cosas son la prueba de cómo estas armas de nuestra milicia pueden prevalecer en medio de la sociedad humana. Son armas poderosas. Son fuerzas poderosas con las cuales podemos atacar las fortalezas de maldad de nuestros días. A esto nos llama la Palabra de Dios. Aprendamos qué son estas armas y cómo usarlas, y luego movámonos deliberadamente a la ofensiva. Se puede hacer mucho. Necesitamos arrepentirnos de nuestra esterilidad, nuestra ceguera, y tomar las armas que funcionan.
Señor, adiéstrame, fórmame, modélame. Pon en mis manos, como haces, estas armas de verdad, amor y rectitud, y enseñame cómo usarlas efectivamente. Amén.
Aplicación a la vida
¿En qué medida ha sucumbido usted a la actitud de no se puede hacer nada
? ¿Dónde debe atacar más deliberadamente las fortalezas?