Al firmamento llamó Dios “cielos”. Y fue la tarde y la mañana del segundo día.
Génesis 1:8
No debemos leer nunca estos pasajes de Génesis sin preguntarnos lo que pretenden enseñarnos a nivel moral o espiritual. ¿Qué realidad interior se refleja en la habilidad de la atmósfera para suspender el agua por encima de la tierra? La clave se encuentra en lo que Dios llamó el firmamento: los cielos. Estaban las aguas en los cielos y las aguas en la tierra. El agua se usa con mucha frecuencia en las Escrituras como un símbolo de vida. En el libro de Apocalipsis, se le dijo a Juan que la gran ramera que vio sentada sobre las aguas era una imagen de la falsa iglesia y que las aguas eran "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas" (Apocalipsis 17:15). Por lo tanto, las aguas mencionadas aquí en Génesis son una imagen de la vida humana.
Lo que Dios está intentando decir por medio de esta preciosa descripción simbólica es que hay una vida terrenal y una vida celestial y, además, que estamos rodeados por un reino espiritual invisible de la misma manera que existe una atmósfera invisible. Ese reino espiritual es tan real como cualquier cosa que podamos ver, probar o sentir. Y de ella, de la misma manera que la atmósfera que nos rodea, proceden las bendiciones que hacen que la vida humana sea feliz e incluso posible, con bendiciones como puedan ser el gozo, el amor, la paz, la esperanza, la confianza y el poder. Sin ese reino espiritual invisible, la vida humana sería una mera vida animal y carecería de todas las otras cualidades que hacen que valga la pena vivirla.
Es más, de la misma manera que cae la lluvia sobre justos y pecadores por igual, también estas bendiciones las disfrutan por igual los buenos y los malos por toda la tierra. Pablo nos recuerda que estos bienes proceden de Dios para beneficio tanto de los justos como de los injustos, a fin de llevar a las personas al arrepentimiento (Romanos 2:4), para que se detengan y piensen: “¿De dónde procede esto? ¿Por qué se nos concede la habilidad de amar y de compartir el compañerismo con otros?”. El apóstol nos dice que todas estas bendiciones proceden del corazón amoroso de un Padre que las derrama, incluso sobre aquellos que se resisten a Su voluntad. Él ama y bendice a la humanidad a lo largo de esta vida, para que nosotros cambiemos nuestra manera de pensar acerca de nosotros mismos y de Dios, para que recordemos de dónde proceden estas bendiciones y para que abramos nuestros corazones a la influencia del reino de la gracia de Dios. Estas bendiciones se convierten en menos para los que no creen al continuar la vida por causa de la resistencia de estas personas a la gracia de Dios, pero para el creyente son cada vez más abundantes, poniéndose de manifiesto en la vida que reconoce el ambiente espiritual que nos rodea.
Además, de la misma manera que las aguas sobre la tierra son invisiblemente llevadas hacia arriba y desaparecen en el océano que se encuentra en las alturas, el espíritu humano, al llegar al final de su recorrido, desaparece de una manera invisible de la tierra, para bien o para mal, dependiendo de la actitud mostrada en la vida hacia la gracia redentora de Jesucristo. Todo esto ha quedado simbolizado de una manera preciosa en la creación del firmamento y en el funcionamiento de la atmósfera en su manifestación física. Todo ello ha sido diseñado para enseñarnos que hay una vida venidera aparte de la que tenemos actualmente.
Señor, me doy cuenta de que sólo veo en parte con mis ojos humanos. Abre los ojos de mi corazón, para que pueda ver las realidades espirituales que gobiernan nuestra existencia.
Aplicación a la vida
El relato de la creación del Génesis tiene como propósito abrirnos los ojos a algo mucho más importante que lo visible. ¿Cuál es la doble realidad que gobierna nuestra existencia presente y futura?