Al percibir Jehová olor grato, dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre".
Génesis 8:21a
Lo que es sorprendente es que lo primero que hace Noé al dejar el arca es dar gracias a Dios. ¿No pensaría usted que se le podría haber ocurrido por lo menos detenerse a construir una hoguera para preparar una comida? No, este hombre sabía poner las cosas más importantes primero, así que lo primero que hizo fue dar gracias a Dios. ¡Qué tremenda escena, al arrodillarse la familia de Noé en la tierra para darle gracias!
Es el llamamiento constante de Dios al pueblo: “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18). Es porque, como es natural, el dar gracias quiere decir que reconocemos la realidad. Cuando usted da gracias está reconociendo el apuntalamiento de Dios, la presencia de Dios en medio de la vida y Su control sobre los acontecimientos de la vida. Por lo tanto, no puede usted dar gracias sin reconocer la situación tal y como es en realidad.
En Romanos 1, el encargo de Dios en contra de un mundo falso e impío es que “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias” (Romanos 1:21a). No reconocieron la base sobre la cual dependía su vida. Aunque no habrían dudado en dar las gracias a alguien por el sencillo hecho de que hubiese cogido un pañuelo del suelo por ellos, no pudieron encontrar el tiempo necesario para detenerse a dar gracias al Dios del cual dependía su vida, pero Noé edificó un altar y le dio gracias a Dios por su liberación.
Dios dijo: “Nunca más volveré a mandar un diluvio sobre la tierra, porque la imaginación del corazón del hombre es malvado desde su juventud”. No hay nada que pueda conseguir un diluvio en lo que se refiere a transformar el corazón. La destrucción no lo cambia, de manera que Dios no vuelve a enviar un diluvio. Era preciso encontrar otro medio para conseguir que las personas cambiasen. Así fue cómo Dios puso el fundamento de una nueva proclamación del mensaje de la redención para un nuevo mundo. Leemos que la acción de gracias de Noé fue un olor grato en las narices de Dios. Él se deleita en la gratitud y la alabanza de la persona.
Dios vio en este acto de Noé la entrega total de Jesús, el hecho de que aquí había uno que, igual que estos sacrificios, entregó su vida por amor a lo que podría conseguirse haciéndolo, no haciéndolo de mala gana sino voluntariamente. Cuando Dios vio esto reflejado en sacrificio, fue para Él la fragancia de Cristo. Eso es lo que Dios desea en nuestras vidas. ¿Cómo glorifica usted a Dios? ¿Cómo vive usted para Su honor? Entregándose a sí mismo, ésa es la manera de hacerlo y es lo que significa el verdadero amor.
El mundo nos está hablando continuamente acerca de los derechos: “¡Exija usted sus derechos!”. Eso es exactamente lo contrario al Espíritu de Jesucristo. “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá”, dijo (Marcos 8:35a). Si por egoísmo y avaricia exige usted su vida e intenta aferrarse a ella, la perderá. Dios ha escrito esto a lo largo de las páginas de la historia y lo escribe en la página de la vida de cada persona. “Perder” su vida es un olor grato a Jesucristo.
Gracias por haber ofrecido a Tu Hijo, que es un aroma agradable para Ti, Padre. Permite que mi vida sea una ofrenda que te sea agradable a Ti.
Aplicación a la vida
No podemos verdaderamente dar gracias sin reconocer la situación como es en realidad. ¿Se manifiesta la presencia de Dios en nuestras vidas por nuestra constante gratitud por todo lo que Él nos da?