Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón... Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
Génesis 6:6, 8
Cuando el relato dice que a Dios “le dolió en su corazón”, usa la palabra que también significa arrepentirse. Sabemos, basándonos en otros pasajes de las Escrituras, que es imposible que Dios se arrepienta. Él no cambia de opinión como lo hacemos los seres humanos. Pero ésta es una poderosa figura, que expresa de una manera muy gráfica la ira y la determinación de Dios. Cuando la sociedad llega a este estado de disolución y deterioro, la ira de Dios se pone perfectamente de manifiesto. Da la impresión de que ha cambiado totalmente de opinión, a pesar de que está actuando conforme a principios que son totalmente consistentes con Su propio ser.
Pero, en medio de esto, leemos que le dolió, y el sufrimiento es siempre una manifestación del amor. Lo que nosotros los seres humanos no entendemos por ser finitos es que el amor y la ira de Dios son exactamente la misma cosa. Son dos lados de la misma moneda. Lo que nos deja extasiados y nos apasiona acerca de Dios y nos atrae a Él es el amor. Él es el Dios de amor que nos ama tanto, si lo merecemos como si no. Esto es lo que nos atrae, pero es debido a que respondemos por lo que se nos aparece a nosotros de esta manera. A aquellos que rechazan Su amor, la misma cualidad de Dios se convierte en ira, dando la impresión de ser un muro de fuego que todo lo quema y lo consume.
Esto es algo que podemos ver también en nosotros mismos. Es nuestro amor lo que hace que nos pongamos furiosos por todo lo que puede herir a los que amamos. Si usted hiere a un niño en presencia de su madre, verá como el amor de la madre se convierte en ira en contra de usted. Por lo tanto, hemos descrito claramente un tiempo en el que la humanidad pasa del lugar en el que ve a Dios como amor y comienza a experimentar Su amor como ira, pero es exactamente la misma cosa.
Pero tenemos siempre el brillo de la gracia, como dice en el versículo 8: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:8). Dios estuvo llamando a lo largo de toda esa época de la misma manera que lo hace en la actualidad, suplicando a las personas que se vuelvan de su manera de vivir y que se resistan a la extendida mentira de Satanás. Un hombre con su familia se volvió y halló gracia a los ojos de Dios. No se lo merecía, y él podría haberse igualmente vuelto, yendo en la dirección contraria, pero respondió a la súplica de Dios y halló gracia a Sus ojos.
Aplique usted esto a este siglo y encuentre el paralelo entre los días de Noé y los días en los que vivimos. Es preciso que recordemos que si hemos de ser liberados de la ira venidera, si escapamos a la mano de juicio de Dios sobre la sociedad, no es por nada que hayamos hecho nosotros, sino que es la manifestación de la gracia de Dios.
Dios nos ha estado suplicando y nos ha ganado para Sí; nos ha buscado y, por medio de muchas influencias, ha conseguido que por fin veamos que la era en la que vivimos es una era que se encuentra bajo la esclavitud a una mentira. Él nos ha abierto nuestros ojos a la verdad, hasta que nosotros nos hemos vuelto al Señor Jesús y descansado bajo la gracia de Dios.
Al deteriorar nuestra era y al acercarse nuestra civilización al punto del colapso total, podemos darle gracias a Dios por haber sido arrancados como tizones del fuego, como lo fueron Noé y su familia, si nuestros corazones han respondido al llamamiento de la gracia de Dios.
Padre, cuán agradecido me siento a Ti por Tu gracia, que me ha arrancado del fuego y me ha traído a una relación con Tu amado Hijo.
Aplicación a la vida
El amor y la ira de Dios son los dos lados de la misma moneda. ¿Estamos nosotros creyendo la ampliamente difundida mentira de Satanás, intentando aún complacer a Dios, o estamos caminando en Su gracia?