Caminó de jornada en jornada desde el Neguev hasta Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda, entre Bet-el y Hai.
Génesis 13:3
Tan pronto como Abram se encuentra de regreso en la tierra, aparecen de nuevo la tienda y el altar. En Egipto no estaban ni la tienda ni el altar. Es decir, no existía el personaje del peregrino, ningún lugar de adoración ni ninguna comunión en Egipto. Pero incluso de regreso en la tierra, es preciso que Abram vuelva al lugar donde erigió un altar al nombre del Señor. En otras palabras, ¡el tiempo que había pasado en Egipto había sido un tiempo perdido! No hubo crecimiento en la gracia en aquella tierra. Fue preciso que regresase a donde había estado cuando descendió a Egipto. Tenía ganancias materiales que mostrar por el tiempo que había pasado en Egipto, pero nada que no fue vacío y debilidad espiritual.
¿Ha descubierto usted la verdad tan grande que es ésta? ¡Cuando abandonó usted el camino de la fe, cuando se negó a caminar en comunión con Dios, cuando dependió de los recursos del mundo para satisfacer el anhelo vacío del corazón, estos resultaron ser años perdidos! Puede que fuesen años enteros, literalmente hablando. Yo conozco a personas que han vivido prácticamente toda su vida cristiana en Egipto, y todo cuanto tienen para demostrarlo es una existencia infructuosa, perdida, vacía y aburrida.
Cuando Abram regresó por fin, ¿qué fue lo que se encontró? No hay mención alguna de hambre al regresar, pero yo creo que el hambre todavía continuaría. Recuerde usted que Abram fue echado de Egipto, aunque no estaba aún dispuesto a marcharse por su propia voluntad, lo cual indicaría que el hambre continuaba aún en Canaán. Pero además, las peleas que se produjeron con los pastores de Lot por los campos de pasto sugieren que había todavía una gran escasez de alimento. Pero a pesar de que continuaba el hambre, a Abram ya no le preocupa. ¿Por qué no? ¡Porque cuando llegó a la tierra, lo primero que hizo fue invocar el nombre del Señor! Esto es lo que debió y podría haber hecho cuando empezó el hambre.
El nombre del Señor representa todos los recursos de Dios. Cuando nosotros cobramos un cheque, estamos llamando, por así decirlo, el nombre de la persona que ha firmado el cheque. Cuando Abram llama el nombre del Señor, está descubriendo que Dios puede suplir las necesidades a pesar del hambre, de las pruebas y de las circunstancias. Como proclama Pablo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Permíteme que yo, al igual que Abram, aprenda que en Egipto no hay otra cosa que no sea aflicción, sufrimiento y peligro para mí y mis seres amados, pero en Ti está todo lo que necesito para suplir mi más hondo clamor.
Aplicación a la vida
Cuando llegan las pruebas y las aflicciones, puede ser difícil aferrarse a Dios. ¿Hemos descubierto que depender de Él es mucho mejor que tener que pagar el elevado costo de otra clase de alivio?