Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua. Fue Agar, llenó de agua el odre y dio de beber al muchacho.
Génesis 21:19
El pozo alrededor del cual tiene lugar esta historia es el tema central. El significado espiritual de este pozo es fácil de reconocer para nosotros, puesto que sucede con frecuencia en la Biblia como una imagen de la Palabra de Dios. El agua del pozo es con frecuencia Cristo como la fuente de refresco para el alma sedienta. Recuerde usted cómo el Señor le dijo a la mujer de Samaria al acercarse al pozo: “El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14b). Los pozos en las Escrituras son con frecuencia una imagen de una relación.
En Gálatas, Pablo nos dice cómo interpretar a Agar e Ismael, lo que significan para nosotros en el programa de Dios. Dice que “Agar es el monte Sinaí, en Arabia” (Gálatas 4:25), desde el cual fue dada la Ley. Ella e Ismael son la imagen de la actual Jerusalén, que es la nación de Israel que rechazó a Cristo, a pesar de lo cual retuvo las promesas y el cuidado y protección de Dios en sus vidas. Israel persiguió a aquellos en la nación que se volvieron a Cristo en los tiempos de la iglesia primitiva. Pablo nos dice en Romanos que, después de que Israel rechazase a Cristo, se produjo ceguera en parte de la nación, que habría de durar hasta que todos los gentiles que creyesen hubiesen venido (Romanos 11:25-26). Aquí en el Antiguo Testamento, dos mil años antes de que viniese el Señor, esto nos fue mostrado en la vida de Abraham.
Al igual que Ismael, la nación de Israel ha estado vagando por el desierto del mundo desde la Semana de la Pasión, cuando el pueblo se reunió ante Pilato y dijo: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lucas 19:14), y “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25b). Poco después, la ciudad de Jerusalén fue destruida y el templo saqueado y destruido, y el pueblo de Israel fue echado vagando por las naciones. Estuvieron vagando de la misma manera que Ismael en el desierto durante siglos enteros, sin ningún lugar central en que reunirse, sin la verdadera adoración a Dios que habían conocido en los días del Antiguo Testamento. Han estado vagando en el desierto desde entonces, pereciendo de sed.
Pero el Nuevo Testamento nos dice que llegará un día cuando sus ojos serán abiertos, de la misma manera que lo fueron los ojos de Agar aquí y ella pudo ver el pozo. El pozo es la Palabra de Dios, representando a Jesucristo, el Hijo de Dios. Tal vez esté cerca la hora misma en que Israel, la nación que ha estado vagando en incredulidad alrededor de la tierra desde aquel tiempo, le serán abiertos los ojos y podrán contemplar de nuevo a Cristo en sus propias Escrituras. Muchos han preguntado por qué los judíos no creen en Cristo si el Antiguo Testamento está tan lleno de Jesucristo. La respuesta es que Israel ha experimentado un endurecimiento en parte “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Romanos 11:25b). No todos los judíos se han negado a creer, pero muchos de ellos, incluso con el testimonio de sus propias Escrituras, no creen en Jesús como el Mesías. Pero Dios dice que llegará un día, por fin, en el que sus ojos serán abiertos. Dios estará con ellos y, de la misma manera que hizo a Ismael grande, hará también de Israel una nación grande de nuevo.
Padre, te doy gracias porque todas las cosas que Tú has escrito en Tu Palabra sucederán. Tú eres el Dios soberano de la historia, y yo te alabo porque Tú has cumplido Tus promesas a Tu pueblo.
Aplicación a la vida
¿Consideramos la oración como sencillamente una línea caliente de emergencia? ¿Nos estamos perdiendo el maravilloso privilegio de ser compañeros de Dios por medio de nuestra oración habitual, confiada y dependiente?