Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
Efesios 2:4-6
La verdad más importante en todo el cristianismo es la que se expresa aquí: a nosotros se nos concede vida juntamente con Cristo. Fíjese usted en que Pablo dice “con Cristo” en tres ocasiones: “Nos dió vida... con Cristo”. Con Cristo “nos resucitó”. Y “nos hizo sentar... con Cristo”. Él ha venido a morar en nosotros y se ha unido con nosotros, de manera que somos una sola persona con Él. Éste es el hecho más importante sobre el cual podemos fundar el resto de la fe y la experiencia cristiana: esta gran y tremenda afirmación de que estamos vivos con Jesucristo.
¿Recuerda usted cómo el Señor mismo enseñó esto? Él dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (Juan 15:5a). ¿Sabe usted dónde acaba la rama y comienza la vid? No, son partes de una sola planta que comparten la misma vida. De manera que a partir de aquí nuestra identidad ya no se encuentra “en Adán” sino “en Cristo”. Ya no somos sencillamente seres humanos corrientes, sino que nos hemos convertido en una nueva creación que ha empezado de nuevo, unida a la vida de Jesucristo.
Más adelante en esta epístola Pablo compara a la iglesia con un cuerpo, del cual Cristo es la cabeza. ¿Ha examinado usted últimamente su cuerpo? ¿Se ha fijado usted en que sus dedos no se despegan del cuerpo si usted sencillamente los tuerce un poco y los jala? Están unidos al cuerpo y por ello comparten la vida del cuerpo. No están unidos por medio de ningún proceso mecánico, sino que son más bien una parte orgánica. Estas figuras nos han sido todas presentadas para mostrarnos la manera íntima en que estamos unidos con Jesucristo, para que entendamos que Él es nuestra vida.
Así que no piense usted nunca acerca de sí mismo de ninguna otra manera, porque toda la obra del enemigo tiene como propósito hacer que usted deje de creer esto y que vuelva a pensar que no es usted otra cosa que un individuo corriente, que se pasa la vida luchando, intentando conseguir hacer las cosas de la mejor manera posible, teniendo que movilizar todos sus recursos con el fin de intentar adelantar a los otros seres humanos y conseguir todo lo que pueda usted en lo que se refiere a sentirse realizado en la vida. Siempre que usted crea esto, volverá a actuar como lo hizo con anterioridad, volviendo a experimentar la desdicha y aflicción. Usted sólo puede escapar a esto cuando regresa de nuevo a esta verdad central: ¡que estamos vivos en Jesucristo!
Hay una cosa más en la que debemos fijarnos aquí. Estos verbos están todos ellos en tiempo pasado. Esto es algo que ha sucedido, no algo que va a suceder. Es algo que ya ha tenido lugar al creer usted en Jesucristo. Usted no tiene que esforzarse por conseguirlo; no es algo que consigan los grandes santos después de años enteros de esfuerzos. Es algo que ya es una realidad, y todo cristiano tiene esta experiencia. Nosotros hemos cobrado vida en Jesucristo, de manera que no podemos continuar siendo como antes. Incluso si lo intentamos, no podremos conseguirlo. Éste es el motivo por el que a veces les digo a las personas que se desaniman respecto a su vida cristiana: “Pues, abandónela usted, intente no ser cristiano, y verá usted lo que sucederá”. No pueden hacerlo y saben que no pueden, porque son nuevas criaturas que tienen vida en Jesucristo.
Padre, te doy gracias por esta gran verdad. Te ruego en oración que me dejes claro que éste es quien soy y que nunca podré enfrentarme con la vida como debo hacerlo hasta que no haya entendido esto.
Aplicación a la vida
Desde el punto de vista de la experiencia, la verdad más importante en todo el cristianismo es ésta: que estamos vivos en Cristo. Considerando esta realidad, ¿hemos descubierto nosotros Su vida que es nuestra vida?