Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Efesios 5:1
Pablo lo expresa de una manera categórica, clara y abierta: “Sed imitadores de Dios”. Ésta es una gran declaración. La palabra para imitadores es la palabra griega que significa “imitar”. Los imitadores son aquellos que siguen el modelo o el ejemplo de Dios. Si quiere usted expresarlo de una manera sencilla, puede decirlo de la siguiente manera: “Sed semejantes a Dios”. Ésa es la meta del cristianismo: producir hombres y mujeres, niños y niñas que son semejantes a Dios, viviendo en medio de un mundo impío. De eso se trata.
Fíjese usted que no dice: “sed dioses”, que es una mentira del demonio que distorsiona la verdad, haciendo que parezca una promesa, de modo que, si seguimos nuestros propios deseos, tirando por la borda cualquier clase de restricción, eliminando las ataduras de la autoridad, haciendo lo que deseemos hacer, podremos ser dioses. Porque después de todo, ¿no es eso lo que hace Dios? Él hace lo que quiere; Él es soberano, así que hace lo que le complace. Pero eso es una mentira. He aquí lo que dice la fe cristiana. Dice más bien: “Sed semejantes a Dios”, que quiere decir: “Sed un reflejo del Dios único y verdadero”. No hay más que un solo Dios; sólo puede haber un Dios, y Él es un Ser supremo. ¿Cuántos seres supremos podemos tener? Sólo Uno.
Por lo tanto, el mensaje cristiano es que seamos semejantes a Dios, como el único Dios verdadero. Sea usted un reflejo de Él en su humanidad; sea usted un hombre semejante a Dios; sea usted una mujer semejante a Dios, que es un concepto que se expresa bien en inglés en el término godly, es decir, “semejante a Dios”. Después de todo, dicho término, el que se refiere a ser semejante a Dios, es uno que a muchos de nosotros nos hace temblar y sentirnos incómodos, porque es sencillamente otra manera de decir que “somos como Dios”, que originalmente tiene que ver con el concepto de ser semejantes a Dios, pero además tiene que ver al mismo tiempo con la idea de la santidad. La semejanza tiene que ver con la idea de ser como Dios.
¿Cómo será usted si es semejante a Dios? ¿Será usted fuerte? Sí, claro que sí. No hay fortaleza que sea semejante a la de Dios. ¿Estará usted lleno de poder si es semejante a Dios? Ya lo creo que sí, pero ándese usted con cuidado. Ésta es una clase diferente de poder que el poder que desea el mundo. Es más sosegado, menos aparente, pero mucho más poderoso. ¿Se sentirá usted feliz si es semejante a Dios? Ya lo creo que sí, pero ésta es una felicidad totalmente diferente a la que está buscando el mundo. ¿Será usted sabio y amable? Claro que sí, será más sabio y amable de lo que lo ha sido con anterioridad, porque así es cómo es Dios.
Todo esto lo podemos resumir en dos palabras. A pesar de todas las obras de Dios que son evidentes a nuestro alrededor, tanto en el mundo natural como en el mundo del pensamiento y de las ideas, realmente no hay más que dos cosas que hace Dios en la historia humana: Dios crea y Dios redime. Dios hace que las cosas cobren vida y Dios arregla lo que está roto; es debido a que Dios es vida y Dios es amor. Por lo tanto, Él es nuestro Hacedor y nuestro Sanador, y así es cómo será usted si es semejante a Dios. Aprenderá usted a vivir al máximo de la capacidad de su humanidad y aprenderá cómo amar y cómo sanar, a fin de restaurar y reunir en lugar de esparcir, fragmentar y separar. Porque en eso consiste el ser semejante a Dios. Esto es algo deseable, ¿no es cierto? ¿Quién no desearía ser así?
Padre, así es cómo me hubiese gustado ser siempre. Enséñame a escuchar de manera que se manifieste en estos tiempos solitarios y de confusión la maravilla de ser semejante a Dios.
Aplicación a la vida
En la historia humana, Dios nos ha creado, y es Él quien nos redime. Él es vida y Él es amor. ¿De qué manera hace Dios visible Su vida y Su amor en un mundo caído lleno de división y de necesidad?