Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Efesios 1:3
Recuerde el lector que todas estas bendiciones están a nuestra disposición en el ámbito al que Pablo se refiere aquí como los lugares celestiales. No significa ir al cielo cuando se muera usted. ¡Tenemos un concepto tan distorsionado acerca del cielo! El cielo, como la mayoría de las personas se lo imaginan, no es un lugar que a mí me resulte atractivo, con su humedad, sus nubes de lluvia, con sus arpas desafinadas y sus túnicas blancas. Un buen folleto de viajes podría hacer que el oeste de Texas nos diera la impresión de ser preferible al cielo. Sin embargo, la mayoría de las personas cree que esto es a lo que se refiere Pablo cuando menciona los lugares celestiales.
No, “en los lugares celestiales” es una referencia a las realidades invisibles de nuestra vida actual, y sin duda estas realidades se extienden a la eternidad, pero son además algo que usted puede experimentar ahora en su vida interior, en el ámbito de sus pensamientos, lo cual es donde siente usted el conflicto y la presión, la lucha y el desastre, que forman parte de los lugares celestiales. Es donde estamos expuestos al ataque de los principados y los poderes que se mencionan en el capítulo 6, esos espíritus oscuros en los lugares elevados que se apoderan de nosotros, haciendo que nos sintamos deprimidos y asustados, haciendo que nos sintamos ansiosos u hostiles. Los lugares celestiales no son tan sólo el ámbito del conflicto, sino además el lugar donde Dios puede liberarnos y aliviarnos, donde el Espíritu de Dios nos tiende la mano, por así decirlo, en lo que se refiere a nuestro intelecto, las emociones y nuestra voluntad. Es el ámbito de nuestros profundos e imperiosos deseos que surgen de nuestro interior y crean una sensación o bien de inquietud o de paz, dependiendo de su procedencia. Así que no considere usted esto como si fuese algo procedente de algún lugar en el espacio. Estas bendiciones le pertenecen a usted en lo que se refiere a su experiencia interior ahora mismo si está usted en Jesucristo.
Evidentemente, todo esto lo recibimos como un gran paquete “en Cristo”. Si no es usted cristiano, evidentemente no tiene usted derecho a estos beneficios, porque no le pertenecen. No hay manera alguna de que se apropie usted de ellos a menos que esté usted en Cristo. Pero si está usted “en Cristo”, no hay nada que le impida a usted tener todos ellos, en cada momento de cada día. Es por eso que es tan importante que descubramos lo que son.
Éstas son mucho más que meras ideas teológicas. Son hechos, verdades fundamentales que nos sirven de apoyo en todos los momentos de nuestra vida. A menos que entienda usted estos hechos no puede usted hacer uso o beneficiarse de ellos. En ese sentido son como leyes naturales. Las leyes de la naturaleza funcionan sin que tenga nada que ver cómo nos sintamos, y en ese sentido son impersonales.
En mi experiencia realizando trabajos eléctricos en un ala adicional a mi casa, he descubierto que la electricidad sigue un estilo propio y hace caso omiso a cómo yo pueda sentirme en ese momento. ¡Esa puede resultar una experiencia espantosa! No se siente de ninguna manera impresionada por mi profesión como pastor y no duda en modo alguno en lo que se refiere a desquitarse ante ninguna violación de sus leyes que yo pueda haber cometido. Por lo tanto, de mí depende descubrir cómo funciona y respetarla si quiero utilizarla. Lo mismo es cierto en lo que se refiere a estos importantes hechos. No le serán a usted de ninguna ayuda si no descubre usted lo que son y cree lo suficientemente en ellos como para actuar sobre la base de los mismos.
Padre, te doy gracias por estas tremendas verdades. Pido en oración que mi manera de entenderlas pueda estar a la altura de las mismas. Sin embargo, no puedo entenderlas aparte de la obra de Tu Espíritu, y te pido que Tú abras mis ojos y me ayudes a ver que estas cosas son verdaderamente ciertas.
Aplicación a la vida
Existen verdades que son el fundamento que nos capacitan en cada momento de nuestra vida. ¿Hemos avanzado yendo más allá de las meras ideas teológicas, con el fin de hacer nuestra la Vida que fuimos destinados a vivir?