Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Efesios 4:11-12
El don que tiene usted posiblemente corresponda a una de las dos principales divisiones dentro del cuerpo. Existen ciertos dones a los que podemos considerar como ministerios de apoyo general, gracias a los cuales se beneficia todo el cuerpo. Hay cuatro de ellos, y a continuación hay otra división de dones, a los que podemos llamar dones de trabajo.
Los cuatro ministerios de apoyo existen para equipar a los santos para la obra del ministerio (es decir, el contacto con el mundo) y para la edificación del cuerpo de Cristo (es decir, para mantener la salud de la iglesia). ¿Quién debe hacer estas dos cosas? ¡Los santos, el pueblo! Ésa es la intención de Dios, pues no es la labor de los pastores, ya que lo que ellos hacen es algo diferente. Ellos deben enseñar, equipar, apoyar y motivar a las personas para que realicen esta labor. Son las personas las que deben hacer el trabajo de la iglesia. Cualquier otra cosa que no sea esto es una distorsión de lo que Dios planeó respecto a cómo debía ser la iglesia.
Se ha producido un enorme fracaso en la vida de la iglesia respecto a este punto. A lo largo de los siglos, la iglesia se fue separando gradualmente del sistema sencillo que había hecho que fuese una influencia tan poderosa e impulsora en la sociedad durante sus primeros años, produciéndose gradualmente una terrible distorsión, debido a la cual todavía estamos sufriendo en la actualidad. La iglesia se identificó con la construcción de grandes y masivas catedrales, con estructuras imponentes, a las cuales se hacía referencia como la iglesia. El pensamiento popular se centró sobre el edificio como el símbolo que identificaba a la iglesia en lugar del pueblo. Juntamente con esta idea se produjo una transferencia gradual de responsabilidad del pueblo al clero, para que llevasen a cabo la obra del ministerio. No tardó el cristianismo en convertirse en un deporte para espectadores, muy semejante a la definición que oí recientemente sobre el futbol: ¡once hombres en el terreno de juego que desesperadamente necesitan descanso y cuarenta mil personas en las gradas que desesperadamente necesitan el ejercicio!
¿Cómo descubre usted el don que tiene usted? La respuesta es que descubre usted los dones espirituales de la misma manera que encuentra los talentos naturales. Aquellos de ustedes que son músicos, ¿cómo saben que tienen el don de la música? Ustedes los atletas, ¿cómo descubrieron que tenían una coordinación física extraordinaria? Los dones espirituales se descubren de la misma manera. Normalmente usted se sentirá atraído al ver a ciertas personas ejercitando un don, y eso le atrae a estas personas. Luego intenta usted varias cosas diferentes y no tarda en descubrir que no tiene el don para ciertas cosas, ni mucho menos. Juntamente con otras personas se dice a sí mismo: “Tal vez pueda hacer esto”. Hay algunas actividades que disfruta usted más que otras, lo cual es una posible indicación. Lo que usted disfruta hacer normalmente es lo que Dios le concede el privilegio de hacer, porque el poner en práctica los dones espirituales es algo gozoso que hacer. Las personas se complacen enormemente en ejercitar estos dones. Una indicación importante es ver si otros reconocen el don en usted y le animan a usarlo. Es importante que otras personas reconozcan su don.
Padre, ¡qué plan y programa tan magnífico para que este mundo sea ayudado, cambiado y liberado en su absoluta necesidad! Dios, concede que yo sienta algo de la emoción y el desafío de hacer uso de mi don.
Aplicación a la vida
¿Cuántas personas en la actualidad consideran su iglesia local como un edificio al que ir? ¿De qué manera ha debilitado esta manera popular de pensar el ministerio de Cristo en Su cuerpo así como en el mundo?