El hombre no puede conocer toda la obra que se hace debajo del sol. Por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; y aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.
Eclesiastés 8:17b
La afirmación del Buscador está perfectamente clara: La vida es demasiado complicada, demasiado inmensa, demasiado llena de elementos conflictivos como para que ninguno de nosotros obtenga todas las respuestas. Aunque permaneciésemos levantados todo el día y toda la noche, intentando pensar seriamente en todo y entender los complicados sucesos que hacen que tengan lugar las circunstancias de nuestras vidas, no podremos llegar jamás a entenderlo todo.
La Biblia no relaciona ningún estigma al hecho de que nos esforcemos en entender la vida. Como vemos, el que nos esforcemos en adquirir conocimientos es algo que se estimula a lo largo de todas las Escrituras. No debemos adoptar jamás la actitud de antiintelectualismo que caracteriza a algunos segmentos del cristianismo en la actualidad. Es preciso que razonemos y pensemos acerca de lo que Dios está haciendo y en la vida que nos concede. Pero es preciso que recordemos siempre que por mucho que intentemos pensar acerca de la vida, seguirán existiendo los misterios. No poseemos suficientes datos ni tenemos la habilidad necesaria como para ver la vida en su totalidad y poder contestar todas las preguntas, por lo cual es preciso que nos contentemos con un cierto grado de misterio.
Aunque el hombre más sabio del mundo antiguo escribió estas palabras, admite que los humanos no podemos obtener todas las respuestas. Dice además que la diligencia en la labor no servirá para desentrañar los misterios de la vida: “Por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará”. Seguiremos sintiéndonos intrigados, rascándonos la cabeza, haciendo la eterna pregunta: “¿Por qué?”.
Incluso cuando haya personas que afirmen saber las respuestas sobre lo que nos haya podido suceder, la verdad es que sólo se están engañando a sí mismas. Muchas personas no están dispuestas a aceptar la verdad de las Escrituras hasta que no pueden entender todo lo que está en ellas. Pero si está usted esperando que suceda eso, nunca lo conseguirá usted. Aunque este libro fue escrito hace mucho más de 2.500 años, sigue siendo verdad, incluso en estos tiempos de avanzados conocimientos, en los que nadie puede encontrar todas las respuestas.
Cuando piensa usted acerca de su propia vida, acerca de las muchas cosas que le han sucedido y que han determinado los acontecimientos sobre los cuales usted no tuvo control alguno, acontecimientos que tuvieron que producirse de una cierta manera antes de que pudieran tener lugar, usted puede ver la verdad de estas palabras. Nadie puede descubrir todas las respuestas. Con frecuencia Luis Palau ha comentado acerca de los muchos sucesos que habían tenido lugar en su caso y en el mío como para que pudiésemos encontrarnos en una ciudad en un lugar en el norte de la Argentina. Nos encontramos de una manera bastante sencilla, a pesar de lo cual, eso cambió tanto su vida, como la mía. Al final ese encuentro hizo que se dedicase a un ministerio evangelístico de alcance mundial, y han sido miles y miles las personas que han venido a Cristo como resultado de ello. ¿Cómo pudo eso suceder? En lo que a Luis se refiere, todo dependió de una sencilla decisión de ir o no ir una noche a una reunión. ¿Cómo podemos entender esta extraña unión de la sencillez y la complejidad? El Buscador argumenta que la vida es demasiado complicada como para que nosotros consigamos jamás responder a todas las preguntas.
Señor, enséñame a exclamar con el apóstol Pablo: “¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuan insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).
Aplicación a la vida
No tardamos en sentir que nuestro cerebro no tiene fuerzas cuando intentamos encontrar respuesta a los misterios de la vida. ¿Es necesario que entendamos todo en las Escrituras antes de que aceptemos la verdad?