Si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación, porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente.
2 Corintios 3:9-10
Aquí encontramos otra señal del antiguo pacto en acción. Éste inevitablemente produce un sentimiento de condenación o, usando un término más moderno, culpabilidad. Pero el nuevo pacto produce todo lo contrario; el sentimiento que engendra es de justicia.
Por desgracia, justicia
es una de las grandes palabras bíblicas que se entienden poco hoy día.
La mayoría de nosotros piensa que es hacer lo que es recto
, y ciertamente eso es parte de su significado.
Pero la esencia del término es mucho más profunda.
Su idea básica es ser recto
.
Uno hace lo que es recto porque uno es recto; ésa es la idea bíblica de justicia.
La justicia es la cualidad de ser aceptable y ser aceptado por Dios, totalmente y sin reservas.
Por otro lado, ¿cómo es que muchos cristianos viven continuamente bajo un sentimiento de condenación? Cuando la base de nuestra actividad cristiana es la dependencia de algo que viene de nosotros (nuestra personalidad, fuerza de voluntad, dones, dinero, valentía), no hay escapatoria del sentimiento de culpabilidad, ¡porque nunca podemos estar seguros de que hemos hecho lo suficiente! En todo el mundo, actuar sobre esa base está conduciendo a los cristianos a una actividad frenética que no puede acabar en más que en puro agotamiento.
Muchas iglesias juzgan su éxito por el número de actividades que llevan a cabo. Para muchos, resulta muy chocante enterarse por las Escrituras de que es posible que una iglesia sea un completo fracaso ante Dios y que, sin embargo, esté ocupada al máximo todas las noches de la semana enseñando las doctrinas correctas y haciendo las cosas correctas. Por otro lado, una iglesia cuya gente esté viviendo por el nuevo pacto puede también estar totalmente ocupada con muchas y variadas actividades. No es el nivel de actividad lo que marca el éxito o el fracaso de una iglesia; es cuál es la fuente de esa actividad. ¿Es la carne, o es el Espíritu? ¿Es mi historial, mi formación, mi educación, mi personalidad? ¿O es Dios obrando en mí a través de Jesucristo?
Recuerde que hay una cierta gloria en la actividad de la carne, la cual es muy atractiva para la gente.
La actividad entregada siempre da una cierta sensación de valía... ¡durante algún tiempo!
Produce una especie de autoaprobación que es muy agradable de experimentar.
Pablo dice: Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria
(2 Corintios 3:7), aun así es superado con creces por la gloria y el esplendor del ministerio de justificación.
De hecho, el apóstol se extiende en esto y dice: porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente
.
Esto es sin duda una referencia indirecta a la propia experiencia de Pablo. El placer que sentía por su dependencia de su linaje, su ortodoxia, su moralidad y su actividad, pronto vino a no tener gloria en comparación con la gloria más eminente. Confiar en Jesucristo obrando en él fue experimentar una sensación de plenitud y valía que excedía infinitamente a lo que había experimentado antes. ¡Era ser libre! Poco le importaba lo que los hombres pensaban de él, pues era plenamente consciente de lo que Dios pensaba de él, en Cristo. Poco le importaba la valoración que los hombres (incluso los cristianos) podían hacer de su ministerio, ya que entendía plenamente que cualquier cosa que Cristo hiciera por medio de él, sería aprobada a los ojos de Dios.
Padre, enséñame a confiar diariamente en Tu justicia, entregada a mí como regalo, antes que confiar en la carne y experimentar el sentimiento de condenación resultante.
Aplicación a la vida
¿Cómo mide el éxito? ¿Se basa en las cosas que puede controlar y producir por medio de sus propias habilidades, o en lo que Dios produce en y por medio de usted?