Entonces oí desde el templo una gran voz que decía a los siete ángeles:
Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.Apocalipsis 16:1
En el capítulo 16, los siete ángeles derraman sus copas en rápida sucesión.
Es un tiempo terrible de juicio, el periodo de tribulación más intenso que el mundo jamás ha conocido.
Es lo que varios profetas del Antiguo Testamento llaman el gran y terrible día del Señor
.
Es a lo que Jesús se refirió cuando dijo: Y si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo
(Mateo 24:22).
¡Nadie!
Toda la población mundial habría sido destruida.
Es un periodo breve e intenso que llega al final de los tres años y medio de la gran tribulación.
Al terminar de leer este pasaje, usted necesitará dar un suspiro de alivio.
¿Qué está intentando decirnos Dios con todo esto?
Recuerde que este libro del Apocalipsis fue escrito a las siete iglesias, las cuales representan a toda la iglesia de la tierra hoy.
¿Qué intenta decirnos?
Se repite varias veces en este capítulo: el juicio no produce arrepentimiento.
El apóstol Pablo dice en Romanos 2:4: ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
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No es el juicio lo que cambiará nuestras mentes.
Las personas a menudo se vuelven más cabezotas, más empeñadas en el mal, por el juicio.
Pero es la gracia la que cambia el corazón.
El juicio elimina y termina con el mal.
El juicio limpia la sociedad.
El juicio posibilita la llegada de un nuevo comienzo.
Pero no cambia la mente de las personas.
No, para eso usted tiene que mirar a la gracia de Dios, la misericordia de Dios, la bendición de Dios e incluso la providencia de Dios.
Piense en cuando se reúne con su familia y hacen algo divertido juntos. ¿Alguna vez se para a pensar que esos momentos sólo son posibles por las restricciones que pone Dios sobre la maldad del hombre? Si por un momento se permitiera que la maldad humana andase suelta entre nosotros, si se permitiera a la gente hacer lo que quieren hacerse unos a otros en sus corazones, estaríamos sumergidos al instante en una terrible anarquía y un derramamiento de sangre asesino. Nada de lo agradable de la vida sería posible para nosotros. Dios nos ha mandado anticipos de estos juicios, para que sepamos cómo son. Hemos visto lo suficiente de ellos para saber lo malos que serán. ¡Pero es la gracia de Dios la que nos invita a recibir al Señor Jesús, a acercarnos a Aquél que tomó nuestro lugar, que se dio a Sí mismo por nosotros, no sólo para cambiarnos y renovarnos, sino para enseñarnos cómo vivir en medio de un mundo enloquecido! Para eso sirve la gracia. ¡Qué agradecidos deberíamos estar por las restricciones presentes al mal que Dios ha ordenado en nuestro tiempo!
Gracias, Padre, por las restricciones al mal que me has concedido hoy. Ayúdame a vivir en medio de un mundo que se ha vuelto loco. Amén.
Aplicación a la vida
¿De qué maneras le ha conducido la bondad de Dios al arrepentimiento?