Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos unos a otros.
1 Juan 4:11
Ésta es la respuesta a cada torpe excusa por nuestra parte, según la cual: “Yo no puedo amar a esa persona. Usted no tiene ni idea de cómo es esa persona. Si tuviese usted que vivir con ella como tengo que hacerlo yo, usted tampoco podría amarla”. No, “Amados, si Dios así nos ha amado... ”. Si ha experimentado usted esta clase de amor, si ha acudido usted a la cruz y ha sentido la poderosa limpieza del amor de Dios hacia usted, a pesar del antagonismo y el odio que le ha mostrado a Él, y a pesar de que a usted le complace hacer las cosas que le gustan; si ha sentido la gracia limpiadora de Dios que ha limpiado todo eso sin ninguna recriminación o sin recordarle a usted su pasado, olvidándolo y perdonándolo todo, entonces, como dice Juan, usted no sólo puede amar a otra persona, sino que “debe” hacerlo; está obligado a hacerlo. De ahí es de donde procede la palabra “deber”: “debemos amarnos los unos a los otros”.
Es por esto que Pablo pudo decir en Romanos 1: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor” (v. 14). Debo algo a todo el mundo. Y él mismo dijo más adelante en esta misma epístola: “No debáis nada a nadie, sino el amaros unos a otros” (13:8a). Lo debemos porque tenemos en nuestro interior la fuente del amor en la vida de Dios. Si no tiene usted la vida de Dios, no puede usted manifestar ese amor de los unos a los otros de esta manera. No lo intente usted; sobre todo, no manifieste usted un amor mezquino, vulgar, que sea una imitación ligera del amor que trata a otros con amabilidad hacia ellos pero que les destruye a sus espaldas, porque eso no es amor; o sencillamente tolerar a otros durante un tiempo. Eso no es amor. A menos que tenga la vida de Dios, no podrá usted amar. Pero si tiene usted la vida de Dios, ésa es toda la cuestión, usted puede amar y debe hacerlo. Dios en usted puede amar por medio de usted y lo hará. Todo lo que Él está esperando es el asentimiento de su voluntad, y Él manifestará Su amor por medio de usted.
El versículo 12 nos presenta un concepto muy importante y atrevido: Reconoce que Dios es invisible y nadie ha visto nunca a Dios. Incluso en los tiempos del Antiguo Testamento, a pesar de que aparecían manifestaciones de Dios en forma humana, estas no eran otra cosa que Dios en un disfraz humano. Estas manifestaciones no fueron Dios haciéndose visible. ¿Dónde aparece de manera visible? Juan dice: “Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros, y su amor es completado”, es decir: Su amor alcanza el objetivo final “en nosotros”. Es ahí donde las personas ven el amor de Dios, y es el único lugar donde se puede ver. El hecho es que un Dios que habita en nosotros sólo se vuelve visible cuando nosotros manifestamos el amor los unos para con los otros. Mientras seamos amables sólo con nuestros amigos o con aquellas personas que sean amables con nosotros, nadie tiene la menor idea de que Dios se halla presente. Pero cuando empezamos a ser amables con aquellas personas que son desagradables con nosotros, cuando empezamos a devolver el bien por el mal, cuando empezamos a mostrarnos pacientes, afectuosos, considerados y dulces con las personas que son tozudas, obstinadas y egoístas, entonces las personas tienen la sensación de que Dios está cerca, que Él está en medio de la situación, y entonces el que Dios more en nosotros se hace visible ante esas personas.
Padre, permite que estas palabras queden grabadas como con fuego en mi corazón, para que yo pueda reconocerme a mí mismo como llamado de manera preeminente, por encima de todo lo demás, para cumplir con esta gran labor de ser una demostración abundante de esta clase de amor.
Aplicación a la vida
A menos que tengamos la vida de Dios, no podemos amarnos los unos a los otros. ¿Hemos comprendido nosotros y puesto en práctica el poder de Su Presencia, para no encontrarnos con que esto es una verdad sorprendente?