El marido debe cumplir con su mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con su marido. La mujer no tiene dominio sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido dominio sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración. Luego volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.
1 Corintios 7:3-5
El mayor sentido de este párrafo es que el sexo en el matrimonio está diseñado para la satisfacción de cada pareja. Pablo no le dice al marido y a la mujer: “Demanda tus propios derechos sexuales”. Nunca lo pone de esa forma, y sin embargo he estado involucrado en cantidad de casos donde uno de los mayores problemas en el matrimonio era que uno de la pareja, normalmente el hombre, demandaba sus derechos sexuales de la mujer. Nada es más destructivo a la felicidad marital que eso. El malentender y maltratar el pasaje donde habla de la mujer no teniendo dominio sobre su propio cuerpo, y pensando que esto da licencia al marido para demandar sexo cuando lo quiera, es el destruir toda la belleza del sexo en el matrimonio.
Si entendemos que va a hacer una gran diferencia en muchos matrimonios y si reflexionas sobre ello durante un momento, verás por qué. El sexo está diseñado para que no tengamos ningún control sobre ello nosotros mismos en el matrimonio. Necesitamos que otro nos ministre, y eso fue diseñado por Dios para enseñarnos cómo relacionarnos y satisfacer la ley básica de la vida, lo cual Jesús puso en estos términos cuando dijo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá” (Mateo 16:25). Si intentas satisfacer tu propia necesidad, si pones eso en primer lugar en tu vida, el resultado será que perderás todo lo que estás intentando ganar. En vez de encontrar satisfacción encontrarás vacío, y acabarás tus años mirando hacia atrás sobre una experiencia desaprovechada. No puedes encontrar satisfacción de esta forma.
Esto no es meramente buen consejo; eso es una ley de la vida; es tan inviolable como la ley de gravedad. La única forma de tener tus necesidades cumplidas y estar satisfecho es el satisfacer las necesidades el uno del otro. Pierde tu vida, dijo Jesús, y la hallarás. Precisamente de esto se trata el sexo. Está diseñado no para satisfacer tus propias necesidades, sino para satisfacer las necesidades de otro. Por lo tanto, en el matrimonio tienes una bella reciprocidad. En el proceso de dedicarte a ti mismo al disfrute de tu pareja, y de darle a él o a ella el más exquisito sentimiento de placer que puedes, encuentras tus propias necesidades satisfechas.
Es por eso que Dios nos hizo con esa calidad de necesitar a otra persona para satisfacernos sexualmente. Es por eso que la falta de reacción en una pareja en el sexo siempre crea un problema profundamente arraigado, y ocurre un distanciamiento. Dios nos ha dado una habilidad de dar el obsequio del amor y la respuesta a otra persona, y el gozo de hacerlo es lo que crea el éxtasis del amor sexual en el matrimonio.
Tan importante es esto al matrimonio que el apóstol continúa diciendo que toma precedencia sobre cualquier otra cosa en tu vida excepto un retiro ocasional para la oración: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento”. Si vas a hacer esto, tiene que ser una cosa mutua. No debes renunciar o negar a tu pareja el derecho a este tipo de disfrute. El tomar acción unilateralmente a negarte a involucrarte en una unión sexual en el matrimonio es el violar este mismo mandamiento de Dios y el dañar muy severamente el matrimonio. Puede ser una cosa tan peligrosa en el matrimonio que Pablo dice: “Luego volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”. Éstas son palabras muy sabias, y Pablo está resaltando aquí mucho de lo que está causando problemas en los matrimonios hoy en día.
Padre, gracias por Tu franqueza al tratar con estos asuntos. Enséñame, Señor, la belleza de la gloria y el júbilo de la sexualidad. Ayúdame a aprender cómo expresarlo en formas que te den honor a Ti y satisfagan Tu intención divina para mí.
Aplicación a la vida
¿Es nuestra perspectiva hacia la intimidad sexual en el matrimonio de acuerdo con los principios espirituales básicos para el resto de las áreas de la vida? ¿Necesitamos examinar las inconsistencias, y las formas en las que puede que sean frías e impías?