Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, él recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quema, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
1 Corintios 3:14-15
En 2ª de Corintios, Pablo dice: “es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo” (5:10a), y en el libro de Apocalipsis, Juan describe al Señor, frente al cual debemos comparecer, diciendo: “sus ojos, como llama de fuego” (Apocalipsis 1:14b). Esos ojos ardientes, escrutadores, van a examinar todas nuestras vidas cristianas, de lo que han estado hechas, con qué hemos estado construyendo. Pablo dice en 2ª de Corintios: “cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (5:10b) ―las mismas dos categorías― si hayan estado construidas sobre la revelación de la mente del Espíritu de Dios, oro, plata y piedras preciosas, o si reflejan las filosofías actuales del espíritu de la edad a nuestro alrededor.
¿Con qué estamos construyendo? Si es bueno, permanecerá, pasará la prueba, y se nos dará una recompensa. ¿Cuál es la recompensa? Nadie lo sabe realmente, porque las Escrituras no lo dicen abiertamente, pero creo que hay pistas que indican lo que es. Cuando Pablo les escribió a los Tesalonicenses, dijo: “¿cuál es nuestra esperanza, gozo o corona de que me gloríe?” (1 Tesalonicenses 2:19a). Creo que la recompensa es simplemente gozo, el gozo de haber pasado tu vida de una forma que valía la pena.
¿Alguna vez has observado al equipo vencedor al final de un juego? ¿Notaste lo que hicieron? ¡Se ponen como locos! Hombres maduros saltan sobre las espaldas de otros hombres; se dan golpes los unos a los otros, y se dan abrazos y hasta se besan los unos a los otros. ¿Por qué? Están llenos de gozo porque los esfuerzos que hicieron produjeron resultados y les satisficieron. Ésa era su recompensa. ¿Alguna vez observaste al equipo perdedor? No están saltando ni dándose palmadas en las espaldas. Prevalecen la tristeza y la pesadumbre; están avergonzados porque sus esfuerzos no valieron para nada. Todo fue esfuerzo en vano. Todos nosotros tenemos ambas cosas en nuestra vida. No hay nadie que sea cristiano que no tenga un grado de oro, plata o piedras preciosas, porque Dios lo garantiza al haber entrado en nuestras vidas como cristianos. Pero también puede haber mucha madera, paja y rastrojo, acumulados al seguir la filosofía de la carne en vez del Espíritu.
¿Para qué va a contar tu vida? Cada uno de nosotros está invirtiendo su vida en algo. No puedes vivir sin hacer una inversión. ¿En qué? ¿Pasará la prueba? En el gran día cuando todo el universo ve las cosas como realmente son, ¿estarás lleno de gozo de que tu vida fue invertida en algo que pasó la prueba y que contribuyó a la gloria del Señor mismo? ¿O estarás avergonzado de que echaste a perder todos esos años haciendo una impresión sobre la gente, pero todo fue quemado en el fuego? Sé que hay gente a las cuales no les gusta este tipo de predicación. Dicen que todos deberíamos predicar la gloria de Dios, pero las Escrituras nos enseñan que tenemos una elección en este tema. ¿Vamos a vivir nuestras vidas en base al oro, plata y piedras preciosas, creciendo de la revelación de Dios por el Espíritu, o van a reflejar filosofías vacías y vanas del mundo a nuestro alrededor, para que vivamos tan sólo para el placer, la fama y el poder?
Señor, sé que estas palabras no son mandadas para condenarme, sino para animarme a escoger lo bueno y a invertir mi vida en formas que cumplirán la promesa que me has dado. Ayúdame a manifestar esto cada vez más al vivir día a día guiado y protegido por Tu Espíritu.
Aplicación a la vida
¿Estamos yendo por el oro, siguiendo la sabiduría del plan y el propósito del Sumo Arquitecto? Cuando llegue la hora de la verdad, ¿le traerá honor a Él la valoración de nuestra vida y el gozo resultante a nosotros, Su edificio?