Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, enviaré a quienes vosotros hayáis designado por carta para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si es conveniente que yo también vaya, irán conmigo.
1 Corintios 16:2-4
Pablo está hablando sobre la colecta que se estaba haciendo en muchas iglesias para mandar a la iglesia que estaba en dificultades en Jerusalén. Pablo está ansioso de que estos gentiles tuvieran parte en ayudar a los santos afligidos en Jerusalén. Ésta es una bella imagen de la manera en la que la iglesia es una a través de toda la tierra. Lo que le ocurre a nuestros hermanos y hermanas en otros rincones de la tierra debería concernirnos inmediatamente también. Así que Pablo exhorta a estas iglesias, aquí en Corinto y en otras partes, a llenar esa necesidad. En el proceso de hacer eso nos da unos maravillosos principios para gobernar nuestros donativos.
Primero, el dar es una práctica universal. Esto no era algo que sólo los corintios tenían que hacer. En todas partes donde Pablo fue, donde sea que fundara una iglesia, les enseñó a dar, porque el dar es una parte esencial del cristianismo. No es una opción; es algo que cada cristiano debe hacer.
El segundo principio es que debe hacerse cada semana. Ésta es una de las primeras indicaciones que tenemos que los cristianos habían comenzado a reunirse regularmente para alabar y orar en el primer día de la semana, el domingo. El día judío de alabanza, por supuesto, es el sábado. Incluso ahora estos cristianos han dejado eso y han comenzado a alabar el primer día de la semana.
Tercero, el dar es un acto personal. Dice: “cada uno de vosotros”. No excluye a nadie. Hasta a los niños se les debe enseñar a dar. Puede que sólo sea unas pocas monedas, cinco o diez centavos, pero cada domingo debería haber una donación de cada cristiano. No es la cantidad que es importante para nada; es la regularidad de ello, el hecho de que hay un recordatorio continuo de que libremente has recibido, por lo tanto, libremente da. Así que cada uno ha de hacer esto. No es, en un sentido, una opción.
Cuarto, deben ahorrarlo. Se está refiriendo al hecho de que, en esa cultura, a la gente le pagaban todos los días. Debían ir a casa y poner a un lado cada día una cierta cantidad de dinero, para que el domingo tuvieran una mayor cantidad para traer al culto y contribuir a las necesidades de otros.
El quinto principio es: “según haya prosperado”. Eso significa que has de dar de acuerdo a lo que Dios te ha dado a ti. ¿Te ha proveído abundantemente? Entonces da abundantemente. ¿Estás teniendo dificultades económicas y apenas estas pudiendo sobrevivir? Bueno, entonces tu donativo puede ser reducido proporcionalmente. Debe ser algo, pero puede ser muy poco, porque Dios no está realmente interesado en la cantidad total. Sólo está interesado en el motivo del corazón al dar.
El sexto principio es muy importante. Pablo dice que se haga esto “para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”. Pablo sabía que él, cuando estaba personalmente presente, tenía un efecto tremendo sobre la gente. No quería que sus donativos fueran dados porque habían sido movidos por su predicación, o que fueran presionados de alguna otra forma a dar.
El séptimo principio se encuentra en los versículos 3-4: “Y cuando haya llegado, enviaré a quienes vosotros hayáis designado por carta para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si es conveniente que yo también vaya, irán conmigo”. El dar debe hacerse de forma responsable. Pablo tiene cuidado de no darse esta responsabilidad a sí mismo. Cómo contrasta esto con la gente hoy en día que te exhortan a dar, y entonces toman el dinero ellos mismos y nunca dan cuentas de él.
Gracias, Padre, por lo práctico de esta sección. Te pido que pueda aplicar estos principios y que pueda ser generoso con todo lo que me has dado.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son siete principios básicos y prácticos para la práctica de dar? ¿Estamos aprendiendo que, como dijo Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir”? El gozo resulta de la compasión espontánea y de la obediencia simple.