Luego el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y todo poder. Preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.
1 Corintios 15:24-26
Fíjate que el reinado de Cristo no comienza después de que domine a Sus enemigos, aunque a menudo pensamos de ello en esa forma. La verdad bíblica es que efectivamente reina, y continuará reinando hasta que Sus enemigos estén debajo de Sus pies. No conozco nada que tenga más poder para estabilizarnos en tiempos de presión y afianzarnos en los tiempos de desánimo, derrota y opresión que la realización que Jesús ahora reina. Él está en control ahora. Cuando tratamos con gobiernos opresivos y limitaciones severas a nuestra libertad, y persecución directa y violenta de la fe cristiana, hemos de acordarnos que todo esto toma lugar bajo la autoridad total de Jesucristo, quien dijo, cuando se levantó de entre los muertos: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). Él permite que ocurra este tipo de cosa para cumplir Sus propósitos, tal y como, en el Antiguo Testamento, Dios alzó a los babilonios y los asirios, y los trajo contra Israel. Permitió que Jerusalén fuera tomada; permitió que los israelitas fueran llevados en cautiverio, no porque eso fuera lo que Él quisiera que ocurriera en la tierra, sino porque era necesario para enseñarle a Su pueblo las lecciones que necesitaban aprender. Dios hace que ocurran estas cosas para nuestro beneficio, y es parte de la autoridad de Cristo, quien permite que ocurran.
Ahora el apóstol dice: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte”. Esto puede ser visto como verdad en tanto el sentido individual como universal. Universalmente, la muerte nunca va a desaparecer de esta tierra hasta que no lleguemos a ese momento, descrito en el libro de Apocalipsis, cuando unos nuevos cielos y una nueva tierra estén en existencia.
Pero hay un sentido en el que esto es verdad individualmente para nosotros ahora mismo. ¿Qué es lo que está ocurriendo en tu vida y en la mía ahora? Bueno, pues, estamos experimentando una reciprocidad continua de muerte, de la cual viene la vida. Todos estamos luchando batallas, luchas en las cuales a veces fracasamos, flaqueamos, y somos derrotados. Caemos en la preocupación; caemos en la impaciencia, enfado, maldad y lujuria. A veces luchamos contra estas cosas con gran esfuerzo; otras veces caemos rápidamente. Pero todos estamos ocupados en una gran batalla en la cual somos continuamente asaltados con tentaciones para darnos por vencidos y caer en la muerte. Sin embargo, incluso en esos tiempos de derrota, por la gracia del perdón de Dios somos restaurados. Se nos entrega la vida de nuevo, en un sentido, y volvemos a caminar por un tiempo más largo sin derrota, hasta que gradualmente ganamos victoria sobre los malos hábitos y las malas actitudes. La vida, por tanto, es una continua experiencia de vida saliendo de la muerte, del dolor dirigiéndonos al gozo, y eso nunca terminará mientras que estemos en esta vida presente.
Pero va a venir un tiempo cuando este cuerpo morirá, y la muerte entonces es destruida para nosotros. “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” Una vez que pasemos por la experiencia de la muerte a la resurrección, como nuestro Señor mismo, nunca moriremos de nuevo. Cristo habiendo muerto una vez, Pablo dice en Romanos, nunca muere de nuevo; y compartimos Su existencia. Él es los primeros frutos de la gran cosecha de la cual somos parte.
Gracias, Señor, que vendrá el día cuando no habrá más muerte, no habrá más duelo y no habrá más dolor.
Aplicación a la vida
¿Estamos diariamente reclamando el privilegio del reinado soberano del Señor Jesús, tanto personalmente como a través de todo el mundo? ¿Estamos viviendo en el poder y la sabiduría de la presencia de Cristo, que vive en nosotros, confiando que Él resolverá la tensión entre la muerte y la vida en la experiencia diaria?