Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.
Efesios 4:14
Si usted quiere saber si está creciendo o no, no se mida a sí mismo comparándose con alguien. Eso no le dirá nada. En su lugar, pregúntese: ¿Me estoy alejando de las actitudes infantiles? ¿Estoy abandonando el comportamiento pueril? ¿Estoy todavía gobernado por reacciones y arrebatos infantiles? Las Escrituras a menudo nos exhortan a ser como niños, pero nunca a ser infantiles. ¡Son dos cosas muy diferentes! Ser como niños es esa simplicidad refrescante de la fe que cree a Dios y actúa sin cuestionamientos. Pero el infantilismo se describe aquí por el apóstol como inestabilidad e ingenuidad.
Los niños son notoriamente volubles.
Su capacidad de atención es corta.
Son inestables, sacudidos de un lado a otro y arrastrados por cada circunstancia cambiante.
Ésta es la marca invariable de un creyente en Cristo inmaduro.
Puede que sean recién llegados a la fe, o creyentes desde hace mucho tiempo que no se han desarrollado.
En la vida religiosa hay modas y novedades, y los cristianos inmaduros siempre están en la cresta de la ola de alguna moda nueva.
Siempre están corriendo tras el libro o el maestro más reciente, ensalzándolos como la respuesta definitiva a la necesidad espiritual.
Esta inestabilidad y corta capacidad espiritual de atención
son señales de inmadurez.
No parecen entender que el libro más antiguo, el maestro más viejo, es el más emocionante de todos: ¡la Biblia!
Una segunda marca de infantilismo es no tener discernimiento y ser ingenuo.
¿Ha notado alguna vez que los niños no son conscientes del peligro?
Pueden estar jugando en situaciones peligrosas y ser totalmente inconscientes de que algo les está amenazando.
Del mismo modo, los cristianos recientes a menudo son atrapados por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error
(Efesios 4:14).
Ésta es una descripción adecuada de las muchas sectas, estafadores religiosos, charlatanes, falsos profetas, y maestros y líderes religiosos manipuladores que abundan en nuestros días.
Estos atrapan a muchos cristianos inmaduros con sus enseñanzas que suenan muy correctas y seductoras.
Una de las señales más seguras de inmadurez es una certeza confiada y arrogante: Estoy firme; nunca caeré; nunca abandonaré al Señor ni seré engañado
.
Fue la inmadurez infantil en la fe la que indujo a Pedro a decir, justo antes de la crucifixión: Señor, puede que otros te nieguen; estos otros discípulos tuyos pueden desaparecer, pero hay un hombre con el que tú puedes contar, y ¡ése soy yo!
.
Pero el Señor dijo: Gracias, Pedro, pero antes de que el gallo cante dos veces tú me habrás negado tres
(ver Marcos 14:29-30).
¡Eso es lo que valía el celo bienintencionado de Pedro, arraigado en la inmadurez espiritual!
Señor, protégeme de la certidumbre arrogante de que nunca seré engañado en mi camino contigo.
Aplicación a la vida
¿Confía usted en las verdades inmutables de la Palabra, o está tentado a seguir todas las nuevas modas espirituales?