Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.
1 Juan 3:11
Los ministerios de unos a otros
en el cuerpo de Cristo son extremadamente importantes para Dios, ya que Él habla sobre ellos tan frecuentemente en Su Palabra.
La pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos es: ¿Dónde es posible esta clase de intercambio en la estructura tradicional y usual de la iglesia?
¿Qué disposiciones se hacen por parte de los líderes de la iglesia para alentarlos y guiar su expresión a través de la enseñanza escritural y las exhortaciones sabias?
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En muchas iglesias, usted puede encontrar alguna manifestación de la vida del cuerpo en reuniones privadas de cristianos, generalmente en la casa de alguien.
Pero entonces, demasiado a menudo, los líderes de la iglesia lo descubren, tachan las reuniones de divisoras
y ¡desalientan la existencia de la vida del cuerpo!
La auténtica vida del cuerpo no amenaza la unidad de la iglesia; ¡es precisamente lo que se supone que hay que hacer en la iglesia!
En la iglesia primitiva, había una dinámica de la vida del cuerpo evidente en el modo en que los cristianos se reunían en los hogares para instruirse unos a otros, estudiar y orar juntos, y compartir el ministerio de los dones espirituales.
Luego salían al mundo para dejar que la calidez y el resplandor de sus vidas llenas de amor se desbordara en un testimonio cristiano espontáneo, que atraía a los paganos hambrientos de amor a la iglesia, como niños hambrientos a una pastelería.
Esto estaba exactamente en línea con la exhortación de Jesús a Sus discípulos: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros
(Juan 13:34-35).
La iglesia primitiva descansaba sobre un testimonio doble como medio de alcanzar e impresionar a un mundo cínico e incrédulo: el kerygma (la proclamación) y la koinonía (la fraternidad).
Era la combinación de estas dos cosas lo que hizo al testimonio cristiano tan poderoso y efectivo.
Los paganos podían encogerse de hombros fácilmente ante la proclamación, como si fuera simplemente otra enseñanza
entre muchas; pero les resultaba mucho más difícil rechazar la evidencia de la koinonía.
La preocupación de los cristianos por los demás y la forma en que compartían sus vidas dejaba al mundo pagano ansiando esta nueva experiencia llamada koinonía.
Ello dio lugar a que un escritor pagano declarara: ¡Cómo se aman unos a otros estos cristianos!
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La iglesia del presente se las ha arreglado para acabar con la verdadera koinonía casi completamente, reduciendo el testimonio de la iglesia a la proclamación (kerygma) solamente. Así ha conseguido hacer dos cosas simultáneamente: eliminar desde dentro la principal protección para la salud de la iglesia y debilitar grandemente su testimonio efectivo ante el mundo de fuera. No es de extrañar que la iglesia haya fallado en tiempos de maldad y sea considerada tan irrelevante e inútil por tanta gente en el mundo.
Padre, cambia nuestras vidas para que reflejen ambas cosas, la fraternidad y la proclamación. Haz a la iglesia atractiva para el mundo con estos atributos.
Aplicación a la vida
¿Hay un equilibrio en su vida entre proclamar el evangelio y también practicar la verdadera fraternidad con otros cristianos?