Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.
1 Juan 2:12-13
El propósito de la iglesia es llevar a las personas a la madurez.
El apóstol Juan nos ha dado un modo útil de evaluar los diversos niveles de madurez.
Cuando llama a ciertos cristianos hijitos, el hecho que los caracteriza es que saben que sus pecados son perdonados.
Ciertamente, eso es lo primero que un cristiano aprende.
Por tanto, mientras estén celebrándolo en esa etapa de entendimiento, alegrándose del hecho de que sus pecados son perdonados, pueden ser cariñosamente clasificados como hijitos
.
Juan, por supuesto, no quiere decir que hayan de abandonar su emoción inicial porque sus pecados sean perdonados.
Por el contrario, deberían tener una creciente consciencia del perdón de los pecados al avanzar en la vida.
Simplemente quiere decir que centrarse en el gozo de ser perdonado marca la etapa inicial de la vida cristiana, no la madurez.
Luego dice: Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio
.
Durante mucho tiempo, pensé que Juan se estaba refiriendo a Dios Padre, Aquél que es desde el principio.
Pero volviendo al modo en que inicia la carta, comencé a darme cuenta de que es, en realidad, una referencia al Hijo: Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
(1 Juan 1:1).
Aquí, obviamente se está refiriendo al Señor Jesús mismo.
La señal de ser un padre espiritual, entonces, es un profundo y riguroso entendimiento de la deidad y la humanidad de Jesús, la plenitud de la revelación que ha llegado hasta nosotros a través del Hijo. Es tener un profundo sentido de cercanía con Él, por haber caminado con Él durante gran parte de la vida. De esa cercanía viene una claridad de entendimiento de las palabras de Jesús, hasta tal punto que existe una comprensión de las grandes doctrinas que vino a revelar. Este nivel de madurez significa mostrar una comprensión y una manifestación del mismo carácter que Jesús exhibía, junto con la evidencia de compasión, tolerancia, paciencia, justicia y perdón, que sólo una relación de larga duración con el Hijo de Dios puede producir.
Finálmente, los jóvenes se caracterizan por haber vencido al maligno, por haber alcanzado un nivel de madurez donde hay un entendimiento y una práctica del modo de resistir la tentación y distinguir entre el bien y el mal.
Como expresa el autor de Hebreos: El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal
(Hebreos 5:14).
La clase de persona que va a vencer al maligno es capaz de ver el mal como tal (¡incluso cuando parece bueno!) por revelación de las Escrituras y por el entendimiento dado por el Espíritu.
Señor, deseo conseguir estas metas y mostrarlas al mundo que me rodea.
Aplicación a la vida
¿Reconoce que falta algo en su conocimiento del perdón, la vida de Jesús y la distinción entre el bien y el mal?