En mi primer escrito, Teófilo, me referí a todas las cosas que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo…
Hechos 1:1
Mucha gente piensa que la encarnación de Jesucristo comenzó en la primera Navidad y terminó cuando Jesús ascendió a las nubes. Pero, en realidad, eso sólo fue el comienzo de la encarnación de Cristo. El proceso de la encarnación continúa todavía.
El programa de Dios para alcanzar y sanar a un mundo roto siempre ha implicado la encarnación.
La palabra encarnar significa tomar forma corporal
.
Cuando Dios decidió mostrar a la humanidad Su amor y la nueva vida que nos ofrecía, lo hizo encarnándose: tomando nuestra forma, compartiendo nuestra experiencia humana y viviendo entre nosotros.
Dios se hizo carne y habitó entre nosotros.
Jesucristo era la encarnación de Dios, el Dios-hombre, Dios en carne humana.
Pero cometemos un gran error si pensamos que la encarnación terminó con la vida terrenal de Cristo. La vida de Jesús está siendo aún manifestada sobre la tierra, pero ya no a través de un sólo cuerpo físico, limitado a una localización geográfica. Hoy, el cuerpo de Cristo realiza el trabajo de Cristo alrededor del globo. Es un cuerpo corporativo, formado por millones de individuos como usted y como yo. Este cuerpo se llama la iglesia.
El escritor de los Hechos, el doctor Lucas, cuenta a un joven llamado Teófilo que previamente había puesto por escrito en su primera narración (el evangelio de Lucas) todas las cosas que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo
.
En los Hechos, la secuela de este evangelio, Lucas continúa la crónica de la obra de Jesús entre la humanidad. Sin embargo, ¡Jesús mismo sólo aparece en los once primeros versículos de los Hechos!
Más tarde, Jesús asciende al cielo.
Aún así, la historia de Su obra sobre la tierra continúa durante veintiocho capítulos más.
¿Cómo puede ser eso?
Es porque el resto de Hechos es la historia del trabajo de Su nuevo cuerpo, ¡la iglesia!
Cuando la iglesia vive en y por el Espíritu, es nada menos que la extensión física de la vida de Jesús en el mundo entero.
La vida física de Jesús comenzó en el momento en que una virgen judía llamada María concibió, y ha continuado sin interrupción hasta este mismo momento en que usted está leyendo esta página, ¡más de dos mil años!
Lo que ocurrió a pequeña escala en Judea y Galilea hace veinte siglos, continúa a escala mundial hoy, permeando cada nivel de la sociedad y todos los aspectos de la vida humana.
Una vez que descubrimos y captamos esta impresionante verdad para nuestras propias vidas, nuestra visión de la vida se transforma radicalmente.
Nuestra relación con Dios se hace dinámica.
Nuestras vidas se vuelven poderosamente efectivas para Dios.
Es una aventura emocionante redescubrir el modelo con el cual Dios ha diseñado a Su iglesia para que influencie al mundo. Por otro lado, no hay nada más patético y estéril que una iglesia que no entiende el programa de Dios para dirigir al cuerpo de Cristo sobre la tierra. La iglesia que fracasa en captar este concepto está condenada a sustituirlo por métodos de negocios, procedimientos organizacionales y presiones políticas, como medios de influir a la sociedad. Ésa no es la iglesia que Dios pretendía que fuera; es solamente una extensión de los sistemas muertos de este mundo que suena a religión.
Padre, te doy gracias porque la iglesia es el cuerpo físico de Jesucristo en el mundo. Gracias por hacerme parte de este cuerpo que lo cambia todo.
Aplicación a la vida
¡Usted es parte del cuerpo de Cristo! ¿Cómo puede ser sus manos y pies para la gente que le rodea hoy?