Se acercaron las hijas de Zelofehad... Se presentaron delante de Moisés y delante del sacerdote Eleazar, delante de los príncipes y de toda la congregación, a la puerta del Tabernáculo de reunión, y dijeron:
Nuestro padre murió en el desierto. Él no estuvo en la compañía de los que se juntaron contra Jehová en el grupo de Coré, sino que por su propio pecado murió, y no tuvo hijos. ¿Por qué será borrado el nombre de nuestro padre de su familia? ¿Por no haber tenido hijos? Danos alguna heredad entre los hermanos de nuestro padre.Números 27:1-4
Estas cinco jóvenes extraordinarias son una imagen para nosotros de la actividad de la fe. Llegaron ante Moisés cuando éste estaba contando al pueblo de Israel, con el fin de determinar el reparto de la tierra cuando llegaran a la tierra prometida. Y en el recuento, estas muchachas llegaron ante él y le pidieron algo inusual. Le recordaron a Moisés que, aunque su padre había muerto en el desierto, él no había tenido parte en la rebelión de Coré. No había formado parte de aquellos que perdieron su herencia, y, por tanto, venían a pedir esa herencia. Todo esto tiene lugar en el desierto justo antes de la entrada en la tierra prometida; por consiguiente, todo se hace por fe. Israel no tenía todavía ni un palmo de tierra. Pero, simplemente porque cuentan con la promesa de Dios de que tendrían la tierra, ya están dividiéndola por fe. Y estas jóvenes vienen a pedir una parte de la herencia.
La fe es la nota clave aquí. Como en cualquier época, la fe es la contraseña para la bendición. No hay nada de Dios que venga a su vida, que no lo haga a través del canal de la fe. Estas muchachas son una demostración para nosotros de lo que es la fe. El primer paso en la fe es la determinación. Estas jóvenes estaban enteradas de que Dios había hecho una promesa a Israel de una herencia en la tierra de Canaán. Sabían que la promesa consistía en una tierra de fecundidad y bendición, y deseaban tener la parte que les pertenecía de ella. Esa tierra es el símbolo para nosotros de la herencia que se nos ha prometido. Todos aquellos que hayan venido por fe a reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador tienen disponible para ellos una herencia. Y esto no es sólo algo que se obtiene tras la muerte. Esta herencia es de los creyentes ahora mismo, en esta vida. Todas las cosas están ya disponibles para nosotros en Jesucristo. Ésta es nuestra herencia, pero la obtenemos por fe. En otras palabras, podemos tener tanto como decidamos tener. Estas muchachas estaban determinadas a tener su herencia. Decidieron que la tomarían. Ahí es donde empieza la fe. Tan vital y tan práctico es este asunto de la fe que cada uno de nosotros es exactamente tan victorioso como quiera ser, no más. Hemos tomado lo que hemos querido, y nunca obtendremos más hasta que queramos más. Eso es lo que todo el entramado de las Escrituras pone ante nosotros.
Padre, despierta mi fe de nuevo. Ayúdame a comprender que todo está esperándome para que lo tome. No hay límites por Tu parte; las limitaciones existen sólo por mi propia imposición.
Aplicación a la vida
¿Cómo puede usted aceptar una porción más grande de todo lo que se ha prometido? Encuentre una promesa en las Escrituras y pida a Dios que le aclare su significado en su vida.