Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia: conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!
Salmo 51:1-2
¡Qué maravillosa manera de entender la naturaleza del pecado y el carácter del perdón de Dios que encontramos en estos versículos! Hay tres cosas que pide David: Primero, entiende que el pecado es como un crimen. Si los criminales deben verse libres de los efectos de su crimen, no necesitan justicia sino misericordia. El pecado es un acto ilegal; es una violación de la justicia y un acto de desobediencia y de rebeldía, y por lo tanto requiere misericordia.
A continuación dice: “borra mis rebeliones”, y de este modo revela que entiende que el pecado es como una deuda. Es algo que se debe, una cuenta que se ha venido acumulando, y es preciso eliminarla.
Acaba clamando: “¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!”. Entiende que el pecado es como una mancha repugnante, algo que corrompe el alma. Aunque el acto desaparece en el pasado, la mancha que contamina permanece como un estigma sobre el corazón. Así que clama y pide ser liberado de estas cosas.
Fíjese usted en que David entiende muy bien la base del perdón. Él pide sobre la base de dos cosas: primero, “conforme a tu misericordia”. Él entiende que realmente no merece nada de Dios, que Dios no está obligado a perdonarle. Algunas personas no pueden nunca comprender el perdón, porque creen que lo merecen, que Dios se lo debe; pero David sabe que no es así. Se da cuenta de que sólo gracias al amor de Dios puede acercarse a Él para pedirle. Sobre la base de esta aceptación absoluta, ese maravilloso y continuo amor que nunca cesa, le dice a Dios: “Vengo a ti y ahora te pido esto”.
En segundo lugar, David suplica a Dios “conforme a la multitud de tus piedades”, indicando de nuevo su entendimiento del carácter de Dios. Dios no anda regateando; no concede pequeñas cantidades de Su misericordia, gota a gota. No, Él la derrama con generosidad, porque las Suyas son misericordias abundantes. Cuando Dios perdona, perdona mucho más allá de lo que nosotros podamos imaginarnos. Hay dos expresiones que se usan en el Antiguo Testamento para describir el perdón de Dios: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:12). ¿A cuánta distancia se encuentra esto? Bueno, ¿qué cantidad de terreno tiene usted que recorrer en dirección este antes de empezar yendo en dirección oeste? Usted no llega nunca al oeste. Entonces Dios dice que “echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19). Alguien ha añadido que pone un letrero que dice: “PROHIBIDO PESCAR”. No vaya usted allí e intente pescar los antiguos pecados una vez que Dios se ha ocupado de ellos. ¡Qué alivio sentimos cuando empezamos a entender esta plenitud del perdón de Dios!
Padre, te doy gracias por poder venir a Ti con mi pecado y suplicar misericordia y amor. Tu amor es constante; Tu misericordia es abundante. Yo confío en que Tú siempre estás dispuesto a perdonar.
Aplicación a la vida
La Palabra de Dios enseña la verdadera naturaleza del pecado y la asombrosa base del perdón de Dios. ¿Estamos aprendiendo a vivir conforme a estas verdades liberadoras?