Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; desde palacios de marfil te recrean. Hijas de reyes están entre tus ilustres; está la reina a tu diestra con oro de Ofir.
Salmo 45:8-9
Estos versículos describen una ceremonia de enlace matrimonial. Encontramos descritos aquí para nosotros una asombrosa serie de preparativos. Para empezar, el novio se ha preparado. El escritor dice: “Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos”. Éstas son especias que se usan en los entierros. Recordará usted que cuando las mujeres fueron al sepulcro la mañana del domingo de Pascua, llevaron consigo una cantidad de especias, mirra y áloes, a fin de envolver el cuerpo del Señor y preservarlo en su muerte. A pesar de lo cual, hallamos presentes estas mismas especias en una boda. ¿Qué significa esto? Este matrimonio se hace posible por la muerte; de alguna manera de la muerte surge este incienso fragante que hace gloriosa la escena de la boda. Usted puede ver de qué manera tan preciosa encaja esto con lo que describe el apóstol Pablo en Efesios 5:25, cuando dice que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. Él murió por la iglesia. Se sometió a las ataduras de la muerte por nosotros. ¿Por qué? A fin de poder presentarse a Sí mismo una iglesia gloriosa, una novia hermosa, sin mancha ni contaminación ni nada por el estilo.
Luego Él ha preparado un lugar. Leemos acerca de dónde ha de tener lugar esta boda: “desde palacios de marfil te recrean”. Es una imagen de un lugar hermoso y nos recuerda inmediatamente las palabras de Jesús a Sus discípulos antes de la cruz. Él les dijo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2b). Ese lugar está siendo preparado ahora. Es un lugar de belleza y de gloria muy por encima de toda descripción. Los términos que se usan aquí son sencillamente una manera de sugerirnos cómo será: palacios de marfil llenos de música, de alegría, con una compañía que se regocija alrededor.
Y finalmente, la novia se ha preparado: “Está la reina a tu diestra con oro de Ofir”. Según la costumbre oriental, el novio mismo, que ha pagado el vestido de oro, presentaba siempre este vestido de oro a la reina. Ésta es también una imagen maravillosa para nosotros. ¿Quién es el que nos está preparando para este día, para este compartir la vida juntos? Él es quién nos está preparando a nosotros. Él nos ha vestido con Su propia justicia, nuestro traje dorado. El oro, en las Escrituras, es siempre la imagen de la deidad, y esto es una indicación acerca de lo que estaba diciendo Pedro: “para que lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4b). ¿Ha entendido usted realmente esto? ¡Esto es verdad! Jesucristo está uniendo nuestras vidas con la Suya y dándonos a todos Su puesto y todos Sus privilegios. Todo lo que le pertenece a Él nos pertenece a nosotros. Una de las cosas que peor están hoy en la iglesia es que nos estamos olvidando de los privilegios que tenemos. No contamos con ellos y no pensamos lo tremendos que son. Pero aquí tenemos a la esposa, lista para unirse con Él, vestida de oro que Él ha provisto.
Señor Jesús, Tú eres nuestro hermoso Rey, y nosotros te anhelamos como la esposa anhela a su marido. Te doy gracias por adornarnos con Tu propia justicia, para que podamos vivir contigo para siempre.
Aplicación a la vida
¿Podemos nosotros entender de verdad cómo participamos en la naturaleza divina? ¿Cómo une Jesús Su vida con las nuestras para concedernos Su posición y todos Sus privilegios?