Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
Mateo 13:44
La interpretación usual de esta parábola es que Cristo es el tesoro escondido, y en la vida nosotros somos la gente que lo descubre. Entonces, debemos vender todo lo que tenemos y comprarlo a cualquier coste. Pero, obviamente, esto es falso. Nunca, en ningún lugar de las Escrituras, la salvación se nos ofrece como algo que tenemos que comprar. Nosotros no tenemos nada que ofrecerle, nada que podamos dar a cambio. La salvación se nos ofrece como un don gratuito, enteramente por la gracia de Dios.
En esta historia hay dos cosas reconocibles de otras parábolas: un hombre y un campo. El hombre es Jesús mismo. Y el campo es toda la humanidad. Jesús vino y encontró un tesoro, escondido, perdido entre la raza humana, pero él lo desenterró. E hizo algo asombroso. Lo enterró de nuevo; luego fue y dio todo lo que tenía, y compró ese campo de humanidad.
Inmediatamente preguntamos: ¿Qué es este tesoro escondido en el mundo?
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Cuando vino nuestro Señor, lo desenterró y lo enterró de nuevo.
Ahora está escondido una vez más, para permanecer así hasta el retorno de nuestro Señor.
Ese tesoro es Israel, la nación de Israel.
Él la escogió para ser una representación, un modelo de funcionamiento de pueblo de Dios, para que compartieran su conocimiento con otras naciones.
Cuando nuestro Señor vino al mundo y llegó a Israel, descubrió que este tesoro había estado perdido para el mundo.
Durante más de cuatrocientos años, Israel había sido una pequeña y oscura nación, sin voz ni gloria de Dios en medio de ella.
Ahora eran súbditos de Roma.
Pero cuando la encontró, la descubrió de nuevo.
Ésa es la historia de los evangelios.
Él reveló durante un tiempo breve la gloria que era Israel.
Lo declaró en grandiosos mensajes, como el sermón del monte.
Lo demostró sanando a las multitudes, expulsando a los cambistas del templo, alimentando a miles y reprendiendo el mal dondequiera que iba.
En sólo los tres años y medio del ministerio de nuestro Señor, Él descubrió el tesoro de Israel, el secreto de la vida de esta nación.
Pero ya saben lo que pasó. La nación no quiso recibirle y le rechazaron. Así que, de acuerdo con la parábola, escondió el tesoro otra vez, y vino a la ciudad y pronunció solemnes palabras de juicio.
Pero el Señor nos dice que no ha abandonado Su propósito ni olvidado a Israel.
La parábola dice: … y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo
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Aquí está el misterio de la cruz.
Filipenses 2:8 dice: Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz
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Al morir, Jesús compró el derecho de posicionar a Israel de nuevo entre las naciones, como un modelo para el mundo de cómo vivir en paz.
Esto revela el corazón de Dios, que mira al mundo quebrantado, con todas sus injusticias, angustia, tristeza y violencia, y, sin embargo, no olvida Sus propósitos.
Él ha conservado el secreto de la paz en un tesoro escondido entre las naciones, al cual hará nacer de nuevo.
Padre, gracias por la verdad que has traído al mundo, y porque gobernarás un día y reinarás en poder y gloria en medio de él. Ayúdame a entender que deseas llevar a Tu pueblo ahora mismo a una experiencia de gozo. Amén.
Aplicación a la vida
¿Anhelo el tiempo en que Jesús volverá y desvelará el secreto de la paz mundial?