Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo.
Mateo 13:47-48
Esto es una descripción de lo que está ocurriendo en nuestros días. Este secreto perdido del reino de los cielos es la característica del evangelio que fuerza a los individuos a salir al descubierto, donde manifiestan lo que son verdaderamente. Hay una cualidad en el evangelio, este mensaje radical del cristianismo, que pone al descubierto a la gente cuando entran en contacto con él. Da a conocer lo que son, lo mismo que una red de arrastre que barre el fondo del mar reuniendo peces de todas clases y, al final, saca a la luz si son buenos o malos. Esto ha estado ocurriendo a lo largo de nuestra era. La verdad radical del evangelio es como una red que pone un cerco en las mareas y las oleadas de una humanidad desasosegada. Quienquiera que es atrapado en ella es obligado a manifestar su ser, es obligado a salir a la luz para revelar si es bueno o malo.
Pero, no lo malinterpreten.
Obviamente, la gente no nace simplemente siendo buena o mala.
Todos formamos parte de una raza caída; nacimos dentro de una humanidad perdida.
Todos tenemos el mal actuando dentro de nosotros, y ese mal creará en nuestro carácter una resistencia a la verdad hasta que Dios intervenga.
El mal
o el bien
en esta parábola se refieren a cómo respondemos a la verdad, a lo que pasa cuando entramos en contacto con la realidad.
El evangelio de Jesucristo es la verdad esencial, la verdad final, el secreto fundamental de la vida.
Los buenos son aquellos que lidian sinceramente con esta realidad, quienes cuando aprenden algo verdadero y genuino sobre ella, responden y actúan y hacen algo al respecto.
Los malos son aquellos que le vuelven la espalda y dicen: No, no me gusta eso y no quiero creerlo; lo rechazo
; o peor, actúan hipócritamente y dicen: Sí, lo acepto
, pero no le permiten hacer cambios en sus vidas, permaneciendo malvados por dentro, aunque externamente
tengan una apariencia de beatos piadosos y autocomplacientes.
La verdad es que el hombre fue creado para ser habitado por Dios. El único modo en que podemos llevar nuestra humanidad a su plenitud es estar llenos de Dios y entender que hemos de vivir por la fe en Él. El mensaje del evangelio —esta buena noticia de que Cristo está en usted y es capaz de restaurar todo lo que Dios tenía desde siempre planeado para usted— es como una red barriendo a través de las mareas de la humanidad. Todos los que son atrapados en ella se ven forzados a revelar qué clase de personas son, a revelar si aceptarán honestamente la verdad, o si la rechazarán y se alejarán de ella. Usted puede observar este proceso en su propia experiencia. Usted puede verlo en las crónicas de la historia de la iglesia. Lo puede ver manifestándose en los acontecimientos humanos de hoy. El evangelio tiene este carácter radical.
Señor, hay aspectos de mi vida en los que todavía me resisto a Ti, en los que todavía aparento ser lo que no soy. Por eso te pido que los cambies y redimas. Ayúdame a ser consciente de ellos y suplicar Tu gracia sanadora.
Aplicación a la vida
¿Qué revelarán sobre mí estos tiempos de hoy? ¿Soy alguien que encara honestamente la realidad del evangelio, respondiendo y actuando en base a él?