Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo. Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder.
Hebreos 1:1-3a
La palabra que ahora llega a nosotros en Jesucristo, por medio de lo que dijo y de lo que era, es un mensaje más potente e inclusivo que aquel que Dios habló alguna vez por medio de los profetas. Cuando usted lee el Antiguo Testamento, usted está leyendo la Palabra de Dios. La voz de Dios se oye por medio de varias circunstancias y en varias formas. Toda es de Dios, pero toda está incompleta. Nunca nos conduce a cosas definitivas y absolutas. Pero, cuando usted abre las páginas del Nuevo Testamento y lee la descripción cuádruple de Jesucristo, encuentra que todo lo Antiguo converge en una voz, la voz del Hijo. Las palabras que Dios habló en el Antiguo Testamento se fusionan con un discurso completo en Jesucristo. Por lo tanto, el mensaje de Dios al hombre ha sido completamente pronunciado en el Hijo. No queda nada más que decir. Jesucristo es la palabra final de Dios a los hombres. Por tanto, la palabra a través del Hijo es mayor que la de los profetas porque la incluye y sobrepasa. También es mayor porque el Hijo forma las fronteras de la historia. El escritor dice que Jesús ha sido constituido heredero de todas las cosas y por medio de él Dios hizo el universo.
Lo que es más, Su palabra tiene más poder que la de los profetas porque Él sustenta la materia del universo. Él refleja la gloria de Dios y es la imagen misma de Su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder.
En las colinas detrás de la Universidad de Stanford hay un acelerador linear, de unos tres kilómetros de longitud, un instrumento gigante.
Los científicos lo construyeron para ser una gran palanca con la que poder arrancar la tapa de los secretos que subyacen tras la materia.
Están tratando de encontrar qué es lo que hace que el universo funcione
, lo que lo mantiene unido.
Y, en la medida que el hombre indaga más profundamente en los secretos del universo que le rodea, descubre más y más que se enfrenta a un misterio de una fuerza intocable e inconmensurable, que se encuentra cara a cara con pura fuerza.
¿Qué es esa fuerza?
Los científicos nunca le ponen nombre, de hecho no pueden hacerlo, pero las Escrituras sí lo hacen.
Las Escrituras dicen que esa fuerza es Jesucristo, que Él lo mantiene todo en su lugar, sea grande o pequeño.
La razón por la que podemos sentarnos o ponernos en pie y no somos expelidos hacia el espacio, aunque nuestro planeta esté girando a un ritmo furioso, es simplemente porque Él sustenta el universo.
Él es el secreto que hay detrás de todo lo que existe.
Señor Jesús, Tú eres el secreto que está detrás de la vida humana y de todos los misterios del universo. Que llenes mi vida de gracia y empieces a reinar. Amén.
Aplicación a la vida
¿Comete alguna vez el error de separar la Palabra de Dios del Hijo de Dios? Piense en todas las cosas que Dios ha dicho a través de Su Hijo.