Entonces él les dijo:
¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?. Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.Lucas 24:25-27
Como cristianos no tenemos derecho a sostener un punto de vista diferente al que tenía el mismo Jesús respecto a las Escrituras. Éste es el primer hecho que debemos tener en mente cuando consideramos la autoridad de la Palabra. Por decirlo de otro modo, la autoridad de la Biblia descansa de lleno sobre la autoridad de Jesucristo mismo. Ser cristianos significa que hemos aceptado plenamente la autoridad de Jesús. Si no es así, no somos cristianos, excepto por el nombre. Es una completa incoherencia decir que aceptamos lo que la Biblia dice sobre Cristo y rechazar lo que Él dice sobre las Escrituras. No podemos decir de Jesús que es la imagen del Dios invisible, pero que está bastante equivocado acerca de Adán, Noé, Jonás y el resto del Antiguo Testamento. ¿Se da cuenta de la completa incoherencia de esa postura? No podemos llamarlo Señor y decir que tiene el derecho de elegir nuestras parejas y escoger nuestra línea de trabajo y gobernar nuestra vida en todos sus aspectos y actitudes —incluso confiar nuestro destino eterno en Sus manos— pero no creer en Él cuando habla de la creación del hombre, o la santidad del matrimonio, o la pecaminosidad de ciertas prácticas sexuales. Somos completamente incoherentes si lo hacemos.
Sólo tenemos que leer el Nuevo Testamento para ver que el Señor Jesús extiende el manto de Su autoridad sobre todo el Antiguo Testamento y, por anticipación, sobre todo el Nuevo. Una y otra vez Él cita el Antiguo Testamento, generalmente los mismos libros y pasajes que los eruditos dicen que son discutibles. Pero nuestro Señor los acepta, los cita sin reservas y los usa como fuente de autoridad. En Su propio ministerio, fue con la Palabra escrita de Dios con la que cambió las tornas respecto al enemigo, cuando vino a tentarle en el desierto, y derrotó completamente a Satanás cuando éste le atacó.
Puede que usted sea un viejo y experimentado cristiano con un riguroso conocimiento de la Biblia, o puede que sea un cristiano reciente que apenas tiene alguna noción de lo que dice y que tiene muchas preguntas sobre varios aspectos de ella, pero si es cristiano de verdad y ha recibido la vida eterna por creer en Jesús de Nazaret, debe, por eso mismo, estar sujeto también a Su autoridad en cuanto a aceptar o rechazar las Escrituras.
Señor Jesús, me pongo bajo la autoridad de Tu Palabra. Al llamarte Señor, elijo confiar en Tu visión de las Escrituras como Palabra escrita de Dios. Amén.
Aplicación a la vida
¿Separa usted su sumisión a la persona de Jesucristo de la sumisión a la Palabra de Dios? Procure conocer lo que Jesús mismo dijo sobre las Escrituras.