… y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
Hechos 20:20-21
En el gran encargo de Pablo a los ancianos efesios, está describiendo su propio ministerio. Es un precioso pasaje del cual obtenemos la vista fugaz más íntima en todas las Escrituras del corazón de este gran apóstol, del carácter de sus trabajos y de su preocupación por aquellos a quienes ministra.
Pablo comparte lo que hacía siempre que llegaba a una ciudad: Primero, siempre buscaba exponer las instrucciones completas de Dios. Intentaba enseñarles la verdad íntegra. Él no quería que les faltara algo en ningún sentido. Algunas veces permanecía despierto por muchas horas, con el fin de cubrir todo lo que Dios ha dicho al hombre. Esto, claro está, era así porque sabía y entendía que es el conocimiento de la Palabra lo que nos hace libres.
Desearía poder dejar eso claro a la gente que se está debatiendo con problemas, tensiones internas, presiones, aburrimiento, frustración e inquietud, todas las características negativas de la vida. Dios nunca tuvo la intención de que usted viviera así. Por eso le ha dado la Palabra. Es la Palabra de Verdad la que le hace libre. Cuando usted la aprenda y la entienda y obre en base a ella, siempre le hará libre. Una de las cosas emocionantes de la vida es ver personas que han sido transformadas sencillamente por la verdad que han aprendido y han sido liberadas de hábitos y actitudes que les arruinaron durante años. Por eso es por lo que Pablo enfatiza este ministerio con tanta fuerza. Él fue fiel al comunicarlo, no sólo en público sino también de casa en casa.
Además, vea qué práctico era esto.
Siempre se podía reducir a dos conceptos: arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo.
Ése es el mensaje cristiano.
Estos son los dos pasos básicos, y usted debe darlos una y otra vez.
El modo en que uno empieza la vida cristiana es arrepentirse y creer.
Y eso también constituye su caminar por la vida cristiana.
Caminar es más que dar un solo paso.
Cuando se enfrente con un problema, debería dar el primer paso y arrepentirse, pensar en el viejo modo de vida y decirse a sí mismo: He estado tratando esto de la manera equivocada
.
Pero eso no es todavía caminar.
Tiene que dar el paso siguiente y creer, confiar en la Palabra de Dios y Su obra en usted.
Entonces, en la próxima ocasión que se presente, proceda de la misma manera una y otra vez: arrepiéntase y crea; arrepiéntase y crea; ¡y ya está caminando!
En eso consiste toda la vida cristiana.
En todas las circunstancias y todas las situaciones, éste es el doble método por el que el cristiano vive en el poder de un Dios vivo: arrepentirse y creer.
Padre, ¡qué agradecido estoy por Tu Palabra! ¡Cuánto dice a mi corazón y qué poderoso es su auxilio para mí! Y, en las manos del Espíritu, cuán generosamente me enseña a rendir cuentas y creer. Te doy las gracias, en el nombre de Jesús. Amén.
Aplicación a la vida
Tome estas dos palabras: arrepentirse y creer, y aplíquelas hoy a su camino.