Así podréis andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios.
Colosenses 1:10
Al continuar Pablo esta oración para los colosenses, menciona actividades que los creyentes pueden deliberadamente elegir hacer. Esto es muy instructivo, no sólo de cómo orar por otros sino también de cómo vivir nuestras propias vidas. Primero, Pablo ora que puedas “andar como es digno del Señor”. Cuando entiendes lo que Dios te ha hecho para ser, que tú eres Su hijo, querido por Él, que Él se encarga de tu culpa y tu pecado, y que Dios es tu Padre amoroso que te protege y te guía y te guarda, y cuando le ves en toda Su majestad y belleza, entonces estarás interesado en si tu comportamiento refleja Su belleza y lo que otros piensan de tu Dios cuando te están observando. Esa es “una vida digna del Señor”. En otras de sus cartas el apóstol urge a los cristianos a “un andar digno de su llamamiento”. Hemos de estar interesados por nuestro impacto sobre otros, cómo nuestras vidas están impactando las suyas y lo que nuestras acciones les hacen pensar sobre nuestro Dios.
La segunda actividad por la que Pablo ora es que busquen “agradarle en todo”. El principal objetivo de cada creyente debería ser el agradar a Dios; que busque el vivir de forma que sea un deleite para Dios. ¿Qué calidad de vida es agradable a Dios? Las Escrituras probablemente lo ponen de forma más efectiva en una forma negativa. En el libro de Hebreos se nos dice: “¡Sin fe es imposible agradar a Dios!”. La fe es lo que le agrada. Cada vez que Jesús aprobó o elogió a alguien fue a causa de su fe. “Tienes gran fe”, le dijo a la mujer que le rogó que la sanara de su flujo de sangre. “Tu fe es grande”, le dijo al centurión que le pidió que sanara a su sirviente. Cuando nuestro Señor elogia a la gente por cualquier cosa, es porque creen en Él y actúan sobre lo que dice. No se conforman a las costumbres de la gente a su alrededor. Más bien, nadan contra la corriente de la vida y se mantienen firmes sobre lo que dice, confiando en Él. Eso es lo que agrada a Dios.
Aquí está la tercera actividad por la que ora Pablo: “llevando fruto en toda buena obra”. El “fruto” siempre y en todas partes en las Escrituras, es el fruto del Espíritu: amor, gozo y paz en nuestras relaciones y acciones en cuanto a otros; interés, compasión, ánimo y ayuda en tiempo de estrés, trayendo una palabra de paz a un ambiente turbulento y hostil. “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). Eso es de lo que está hablando Pablo: “llevando fruto en toda buena obra”.
Padre, hoy al caminar contigo, ayúdame a vivir una vida digna de Ti, agradable a Ti en todo y llevando fruto en toda buena obra.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son tres formas instructivas de orar por nuestras propias vidas y las de otros? ¿Estamos al tanto del significado de estas oraciones en términos de los efectos que cambian vidas?