Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Mateo 18:20
La expresión de poder de Jesucristo nunca se ve plenamente en un cristiano individual, sino sólo en la iglesia como un cuerpo completo. La forma más simple de la iglesia se describe aquí: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre”. Tú y yo como cristianos individuales no podemos plenamente reflejar a Jesucristo. Es sólo cuando dos o tres, o dos o trescientos, o dos o tres mil están congregados en Su nombre que en un sentido lleno y completo el poder entregado a Jesucristo, quien es sobre todo nombre que es llamado tanto en esta edad y en la edad venidera, se manifiesta completamente en esta vida. Esto significa que nunca podemos plenamente conocer a Jesucristo a menos que le conozcamos en relación a otra persona.
En la gran oración de Pablo en Efesios 3, él ora que podamos comprender cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer con todos los santos el amor que es en Jesucristo (Efesios 3:18-19). “Con todos los santos”. Nunca lo conoceremos nosotros solos. Podemos tomar nuestra Biblia y estudiarla por nosotros mismos, la podemos analizar y saturar nuestras mentes con ella y memorizarla, pero hasta que no comencemos a compartirla con otros cristianos nunca podremos comprender completamente lo que es Jesucristo.
Lo que es más, nunca podremos aprender lo poderoso y glorioso que es, a menos que comencemos a hacer demandas sobre Su poder y Su gloria, y así aprender que nunca podemos llegar al final de nuestras fuerzas. Ésta es la cosa que da significado a las reuniones de creyentes hoy. “Donde dos o tres están congregados en mi nombre”, dice Jesús, “allí estoy yo en medio de ellos”. El poder de la iglesia no depende de los números que pueden congregar juntos. Qué idea tan equivocada es ésta, que si podemos reunir suficiente gente junta a orar tendremos bastante poder para corregir las cosas que están mal en el mundo y corregirlas de nuevo. Nada podría estar más lejos de la verdad.
Ni es el poder de la iglesia el estatus que ocupa en una comunidad. Pensamos que si podemos conseguir a gente que está en posiciones de autoridad o liderazgo o de estatura en una comunidad, los líderes de la vida civil, el alcalde, los banqueros y aquellos en los negocios, los gigantes, los magnates, que entren en nuestra iglesia, entonces tendremos bastante estatus que podremos ejercer gran poder en las mentes y los corazones de la gente. ¡Qué necios somos! El poder de la iglesia no descansa en sus números, su estatus, su riqueza, su dinero, su posición. El poder de la iglesia de Jesucristo se declara aquí: “Donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Sólo de Él fluye este maravilloso poder para atar y para soltar, y esta tremenda unidad por la cual la mente del Espíritu se revela y Dios se mueve por medio de las vidas para alterar el curso y el destino del mundo a nuestro alrededor. ¡Gloriémonos en eso! Si deseamos gloriarnos en alguna cosa, gloriémonos en el hecho de que Jesucristo vive y se mueve a nuestro alrededor, que le pertenecemos a Él, que Su vida se expresa por medio de nosotros. Es por medio de Él que la oración tiene significado y valor.
Padre, qué maravilloso es el volver a la simplicidad de esa relación de un poderoso y victorioso Señor en medio de Su iglesia. Señor, enséñame a gloriarme en esto y a orar sólo en base a esto.
Aplicación a la vida
¿Hemos falsamente asumido que el poder de la respuesta de Dios a nuestras oraciones será medido por los números o por el estatus de la gente que está orando? ¿O tomamos el camino del llanero solitario, ignorando tanto nuestra necesidad como la efectividad de la oración con creyentes prójimos?