Invocó Jabes al Dios de Israel diciendo: «Te ruego que me des tu bendición, que ensanches mi territorio, que tu mano esté conmigo y que me libres del mal, para que no me dañe». Y le otorgó Dios lo que pidió.
1 Crónicas 4:10
A primera vista esto parece una oración egoísta. Suena como el hombre que oró: “Bendíceme a mí y a mi esposa, a mi hijo Juan y a su mujer, nosotros cuatro y nadie más”. Pero Jabes no está realmente siendo egoísta. Estaba orando por algo que Dios quería que tuviera. Ésa es la diferencia entre ser personal y ser egoísta. Las oraciones egoístas son oraciones que le piden a Dios cosas que Dios no quiere que tengamos, por lo menos no al momento, las oraciones demandantes que están interesadas tan sólo en nuestro propio bienestar inmediato, para nuestra propia satisfacción. Pero Dios nos promete cosas grandes y poderosas a nosotros personalmente a las que nos podemos aferrar; así que el orar de esta forma no es egoísta, sino personal.
Fíjate más de cerca en estas cuatro peticiones. Primero pide: “Te ruego que me des tu bendición”. ¿Qué es lo que quieres decir cuando oras por bendición? Ésta es una petición por un sentido interior de relación con Dios. La “bendición” es acercarse a Dios, encontrarle, y conocerle personalmente. Está orando: “Señor, primero, sobre todo, que haya una conciencia de que Tú eres mi Dios, que yo te pertenezco a Ti y Tú me perteneces a mí”.
Segundo, Jabes ora: “que ensanches mi territorio”. Ésta es una oración para oportunidad, para restauración, en su caso, de su herencia perdida, por un sitio en el que alzarse en medio de la cultura de su día, en el cual pueda conseguir un sentido de estatus y respeto. Para nosotros significa el encontrar una forma en la que salir de aquello que nos está limitando, aquello que nos asedia y nos esclaviza. Quizás te sientas como que estás en una situación en la que no tienes oportunidad de crecer, de avanzar y de ser satisfecho. Si ése es el caso, ésta es la oración apropiada para orar: “Señor, dame esa oportunidad”.
Tercero, pide: “que tu mano esté conmigo”. Ésta es una oración que le viene naturalmente a los labios al pensar en la incertidumbre del futuro al que se enfrenta. Todos nosotros nos sentimos de esta forma a veces. No sabemos qué cambios repentinos e inesperados nos puedan ocurrir en nuestras vidas en el futuro. Lo que a menudo queremos pedir es un vistazo a lo que nos espera. Lo que realmente necesitamos no es sabiduría, sino una guía. Es por esto que Jabes está orando: “Señor, estáte conmigo. Entra en el futuro conmigo. Guíame, para que pueda saber que cada paso del camino pueda confiar en el hecho de que Tú estás conmigo”.
La última petición era: “que me libres del mal, para que no me dañe”. Aquí hay una profunda conciencia de una herencia corrupta en la vida de este hombre joven. Siente una debilidad interna en sí mismo que le asusta. Veo esto en mucha gente. Pueda que sea una tendencia al mal genio que destruye muchas oportunidades que podrían ser utilizadas para una ventaja. Quizás sea la avaricia, algún deseo de adquisición de ganancia material, para que puedas estar seguro y protegido, tener abundancia y hacer lo que quieras. Fuera lo que fuera, sabe que Dios puede manejarlo.
No creo que orara esta oración sólo una vez. Es el tipo de oración que viene repetidamente a los labios humanos, si realmente estás preocupado sobre dónde estás y reconoces qué imposible, qué difícil la situación parece desde el punto de vista humano. Éste es el momento en el que debemos aferrarnos a la fórmula que Jabes encontró y que Dios utilizó para sacarle de sus circunstancias.
Gracias, Señor, por el vistazo a la vida de este hombre joven. Me regocijo en las promesas que me rodean, el amor que me sostiene y la gracia que me guía.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son los cuatro aspectos en la oración de Jabes que podemos sabiamente utilizar como reglas generales en nuestras peticiones personales? ¿Pedimos con una expectación audaz que Dios abra y cierre puertas, para que podamos glorificarle al cumplir Su propósito para nuestras vidas?