Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Juan 17:11b
Ésta es la gran oración que Jesús oró antes de ir al jardín de Getsemaní. Jesús está dejando a estos discípulos por medio del jardín, la traición, y el juicio de Pilato y la cruz, y a ellos les parecía que Él los estaba abandonando. Se sintieron temerosos, indefensos, solos e incapaces de entender lo que estaba sucediendo. No podían ver que nuestro Señor estaba meramente introduciendo una relación mayor y mejor.
¿Nos sentimos de esta forma? Dios nos lleva a un sitio de cambio y tenemos miedo de ello. Nos preguntamos si no estamos perdiendo todo lo que teníamos como precioso en el pasado. Apenas nos damos cuenta de que Dios nos está llevando a una relación mayor, más nueva y mejor. Como los discípulos, tenemos miedo y temor.
Lo que a mí me preocupa es cómo expresar parte de la fascinante realidad de estas peticiones de Jesús, parte de la intensa utilidad de lo que está diciendo. Tengo tanto miedo de que fallemos en darnos cuenta de que Jesús aquí está, de hecho, orando por nosotros, ya que lo que ora por Sus discípulos lo ora por nosotros. Fíjate en la súplica que Jesús pronuncia para Sus discípulos: “Padre Santo”, dice, “guárdalos”. Más tarde dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). Éste es el tema de Su oración: que estuvieran guardados y protegidos.
¿Por qué? Hay tantas cosas por las que yo oraría si yo estuviera en Su lugar. Son cosas usuales las que oramos los unos por los otros. ¿Por qué Jesús no oró: “Utilízalos”, o “dales fuerzas”, o “enséñales”, o “guíalos”? Esto es lo que oraríamos los unos para los otros. Pero cuando llegamos a este lugar donde Él los está dejando y quiere resumir en una breve frase todo lo que Su corazón está urgiendo y deseando para ellos, lo resume en esta palabra: “guárdalos”.
Todo esto simplemente apunta al hecho, resaltado aquí para nosotros en esta oración de Jesús, de que la relación es la cosa suprema. Con quién estamos es mucho más importante que lo que hacemos. Nuestro Señor, al tanto de eso, reúne todas estas peticiones en una palabra: “Guárdalos, Padre, guárdalos”. Con quién tienes hermandad determina lo que eres, así que Su oración es que Su relación con el Padre se mantuviera intacta, ya que entonces todo lo que Él desea vendrá de eso. Así que ora: “guárdalos”.
Señor, gracias que oraste por mí, y gracias que puedo saber que Tu oración está siendo contestada y que Tú me guardarás hasta el mismo final.
Aplicación a la vida
En el centro de las circunstancias desconcertantes y desestabilizadoras está la oración de Jesús para que nosotros fuéramos guardados. ¿Nos aferramos a los deshechos de nuestros propios artefactos, o estamos aprendiendo a tomar refugio en la certeza de Su propósito y del poder supremo de Su oración por nosotros?