Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos. Y vieron a Elías y a Moisés que hablaban con Jesús.
Marcos 9:2-4
La transfiguración fue una pequeña representación escenificada para estos discípulos, para enseñarles una lección que hacía muchísima falta que aprendieran. Y ésta es, que la Ley y los Profetas encuentran su cumplimiento completo en la humanidad de Jesús de Nazaret. Moisés y Elías obviamente son hombres representativos. Moisés representaba la Ley. Y Elías era considerado entre los judíos como el más grande de los profetas. Así que, aquí tenemos en estos dos hombres, Moisés y Elías, a los representantes de la gran autoridad de los judíos: la Ley y los Profetas.
Lo que esta pequeña representación significa, y la lección que se desea impartir a ellos y a nosotros, es el principio por el cual Jesús vivió Su vida humana terrenal, el principio que yo llamo el secreto perdido de la humanidad, y que es también el principio que hace innecesaria la Ley para la humanidad, y por el cual todo el programa de Dios predicho en las profecías será finalmente cumplido. Cuando descubrimos cuál es ese principio, ese secreto perdido que está escondido en la humanidad de Jesús, ya no necesitamos la Ley. Cristo es el final de la Ley para todo aquel que cree. Y tampoco necesitamos a los Profetas. Descubriremos que todo lo que los profetas predicen se cumplirá si vivimos en base a ese principio.
¿Y cuál es ese principio? Una y otra vez, el Señor Jesús lo manifestó y lo declaró. Dijo una y otra vez que sabía que estaba habitado por el Padre y que el Padre, obrando a través de la rendición de Su humanidad, haría todo lo que hiciera falta a través de Él. Ése es el secreto perdido. Si todos los problemas y todos los programas de la vida se abordaran con esta comprensión —que Dios está en nosotros para hacer a través de nosotros todo lo que hace falta hacer—, descubriríamos que ya no tenemos necesidad de la Ley. Y esto significa que todo lo que Dios predice será cumplido por medio de este secreto.
Gracias, Señor Jesús, porque Tú eres el cumplimiento de la Ley y los Profetas y, al vivir Tu vida en y a través de mí, descubriré el secreto perdido de la humanidad.
Aplicación a la vida
¿Confía en que este secreto perdido de la humanidad, que Dios hará a través de nosotros todo lo que hace falta hacer, quita totalmente la necesidad de apoyarse en otra cosa?