A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos, firmada por nuestros gobernantes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes.
Nehemías 9:38
Este versículo incluye una lista de lo que podríamos llamar “la compañía de los encargados”. Estas personas veían una necesidad de preservar y perpetuar los cambios en su estilo de vida con el propósito de mantenerse al paso de Dios, y por eso firman este acuerdo al que estarían obligados con este fin. Este acuerdo representa una especie de solicitud universal que se encuentra entre los humanos, con el fin de comprometerse públicamente a ser leales a la causa que sienten que es la correcta.
Cuando los Peregrinos estaban a punto de llegar a tierra en Plymouth, formaron lo que llamaron el Pacto Mayflower. Establecieron normas para vivir en el nuevo mundo, y todos ellos lo firmaron como un acuerdo para vivir según estos principios y leyes.
Probablemente el documento más famoso en la historia americana sea la Declaración de Independencia. Nuestros antepasados firmaron esta gran declaración explicando los motivos que sentían que Dios les estaba guiando para establecer una nueva nación en este continente. Recuerde usted las palabras finales de este documento: “Para el apoyo de esta Declaración, dependiendo firmemente de la protección de la Divina Providencia, comprometemos nuestras vidas mutuamente los unos a los otros, nuestras fortunas y nuestro honor sagrado”. La historia ha dejado constancia de que la mayoría de las personas que firmaron esta Declaración tuvieron, de hecho, que perder sus vidas, y las que no lo hicieron perdieron sus fortunas, pero todos ellos conservaron su honor sagrado. Es posible que haya hecho usted algo por el estilo en su propia vida. Hubo un momento en el que se dio usted cuenta de que necesitaba hacer algunos cambios en su comportamiento. Algunos de los más grandes santos del pasado hicieron esto. Establecieron normas para su propia conducta que sintieron que les ayudarían a caminar con Dios y a crecer en gracia y en el favor ante Él.
Pero hay otro punto muy importante aquí. Al final estas personas no cumplieron con su compromiso. La historia posterior revela que volvieron a las mismas costumbres. La nación perdió de nuevo la bendición de Dios sobre ella. ¿Por qué? La clave la descubrimos en Nehemías 10:29a: “se reunieron con sus hermanos y sus principales, para declarar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés”. Estaban dependiendo de sus propios esfuerzos para obedecer, de modo que se comprometieron por medio de una maldición y de un juramento. Estaban diciendo: “Haremos esto, o de lo contrario”. Estaban dependiendo de su propia fuerza de voluntad. Estaban crujiendo sus dientes y jurando hacer estas cosas. No hay ninguna expresión de necesidad de la ayuda de Dios ni tampoco de ninguna provisión en caso de fracaso y regreso.
Esto es lo que añade el Nuevo Testamento. Está bien hacer un juramento; está bien ponerlo por escrito para su propio beneficio y para recordarse a sí mismo esta meta con frecuencia. Pero debemos añadir siempre las palabras que usa Pablo acerca de sí mismo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Eso es lo que hace la diferencia.
Señor, no puedo hacer nada aparte de Ti. Me entrego a Ti y a lo que Tú deseas para mí, pero me doy cuenta de que incluso el deseo de hacer procede de Ti.
Aplicación a la vida
¿Hasta qué punto llevamos una vida apartada y entregada a conocer a Jesucristo? Cuando accedemos a la voluntad de Dios, ¿contamos totalmente con Su poder para mantenernos fieles y llevar fruto?