¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien!
Nehemías 13:31b
Algunas personas opinan que esto es servirse a uno mismo, que a Nehemías le preocupa que Dios se olvide de él y no le recompense de manera adecuada, pero ésta es una manera equivocada de leer esta oración. Lo que él está haciendo es reconocer su propia fragilidad y su propia tendencia a engañarse a sí mismo. Él está diciendo, en efecto: “Señor, he hecho todo esto, pero es posible que tú lo veas de manera diferente a como yo lo veo. Puede que veas algo en mí que te hiciese que borrases esto de tu libro. Si es así como te sientes, muéstramelo”. Es lo que él está pidiendo.
Es realmente la misma oración que hizo David al final de su muy amado Salmo 139. Éste es un gran salmo acerca del hecho de que hemos sido creados de una manera formidable y maravillosa; lo bien que nos conoce Dios, sabiendo cuándo nos sentamos y cuándo nos levantamos; que si tomamos las alas de la mañana y viajamos a los lugares más distantes de la tierra, Dios sigue estando en ellos; cómo se cuida de nosotros; cómo nos protege y nos guarda y conoce nuestros pensamientos. Todo ello acaba con esta maravillosa oración: “Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno” (vv. 23-24). Ésta es una oración maravillosa y totalmente sincera. Está diciendo: “Señor, no me conozco a mí mismo demasiado bien, así que me engaño con facilidad. Creo que me va muy bien, pero es posible que tú veas muchas cosas que están terriblemente mal en cuanto a lo que estoy haciendo. Así que, Señor, busca en mí y conóceme y mira si hay alguna maldad en mí, y guíame al punto donde yo también pueda ver eso”. Esto es lo que está pidiendo el salmista.
Y ésta es la oración que está haciendo aquí Nehemías. Es una gran oración para todos nosotros. Dios nos ha colocado en un momento crítico de la historia humana. Las voces de todos los grandes dirigentes del pasado permanecen silencios en lo que a esta generación se refiere. ¿Quién va a alcanzar a los drogadictos? ¿Quién va a alcanzar a aquellos que se están esforzando por subir la escalera del éxito, intentando satisfacerse a sí mismos mediante la ganancia material y las posesiones? ¿Quién va a alcanzar a los cientos de miles que están espiritualmente en la bancarrota, a todas esas personas que nos rodean? No vienen a la iglesia. ¿Quién les va a hablar? Dios nos ha llamado a un ministerio para alcanzar a estas personas, y necesitamos la ayuda de Dios para hacerlo.
Recuérdame con Tu favor, oh mi Dios.
Aplicación a la vida
¿Qué propensos somos a engañarnos a nosotros mismos? ¿Somos realmente capaces de ser honestos con nosotros mismos al hablar con Dios? ¿Nos acordamos a diario del verdadero origen de nuestra justicia?