El marido debe cumplir con su mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con su marido. La mujer no tiene dominio sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido dominio sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
1 Corintios 7:3-4
La idea clave de este párrafo es decirnos que el sexo en el matrimonio está diseñado para la satisfacción de cada uno.
Hay varias afirmaciones importantes en este párrafo para tener en cuenta cuando pensemos en ello. Primero, se dará usted cuenta de que Pablo no dice al marido y la mujer: Exigid vuestros propios derechos sexuales
.
Nunca lo expresa así, y aun así en montones de casos uno de los mayores problemas del matrimonio es que uno de ellos, generalmente el hombre, exige sus derechos sexuales a su esposa.
Quizás nada es más destructivo para la felicidad conyugal que eso: que el hombre llegue y exija que su mujer se someta a él en este aspecto siempre que él tenga gana.
Confundir y malinterpretar el pasaje donde dice que la mujer no tiene dominio sobre su propio cuerpo, y pensar que esto da licencia al marido para exigir sexo siempre que quiera, es destruir toda la belleza del sexo en el matrimonio.
Nada es más dañino para una relación que eso.
Lo que Pablo dice es que lo que usted tiene derecho a hacer es darle a él o a ella la satisfacción de estos deseos sexuales, como un regalo de su parte; y la responsabilidad de hacerlo la tiene, no ante su pareja, sino ante el Señor. Es una materia que Pablo pone sobre la base de la relación que un creyente tiene con el Señor. Es el Señor quien nos pide que demos este regalo a nuestros compañeros en el matrimonio. El sexo en el matrimonio es un regalo que ustedes han de ofrecerse libremente el uno al otro. No es una satisfacción del deseo propio egoísta y egocéntrica.
Si entendemos eso, va a suponer una gran diferencia en muchos matrimonios, y, si lo reflexiona
por un momento, verá por qué.
El sexo se nos da para enseñarnos cómo relacionarnos unos con otros.
Está diseñado por Dios para enseñarnos cómo relacionarnos y cumplir la ley básica de la vida, la cual Jesús expresó cuando dijo: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará
(Mateo 16:25).
Si usted intenta satisfacer su propia necesidad, si pone eso en primer lugar en su vida, el resultado será que perderá la alegría de vivir y perderá todo lo que está intentando ganar.
En lugar de encontrar satisfacción, encontrará vacío y acabará sus años mirando atrás hacia una experiencia malgastada.
No obtendrá satisfacción de esa manera.
Esto no es simplemente un buen consejo; es la ley de la vida, tan inviolable como la ley de la gravedad.
La única manera de satisfacer sus necesidades y realizarse a sí mismo es satisfacer las necesidades de los demás.
De eso se trata en el sexo.
Está diseñado, no para para tener sus necesidades cubiertas, sino para cubrir las de otros.
Así, en el matrimonio, tendrá una bella reciprocidad.
En el proceso de dedicarse al disfrute de su pareja y de darle la más exquisita sensación de placer que pueda, encontrará sus propias necesidades satisfechas.
Padre, que mi matrimonio se convierta cada vez más en una hermosa imagen de una relación profunda, en la armonía de dos vidas diferentes transformándose en una sola vida, bella y atractiva. Amén.
Aplicación a la vida
¿Veo el sexo como una oportunidad de obsequiar a mi pareja, o mi foco está en la satisfacción de mi propia necesidad?