Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
1 Corintios 13:13
Al dejar que nuestra mente recorra las enseñanzas de la Palabra de Dios, debe ser inmediatamente evidente que la cualidad básica de un hogar es el amor. Un hogar sin amor no es un hogar en absoluto; es sólo un lugar donde vivir, donde cambiarse de ropa y comer algo y prepararse para la siguiente salida. Pero los hogares son sitios donde reina el amor; de otro modo no son hogares.
Todo comienza con el amor mutuo de un hombre y su mujer. Cuando estoy en el altar de una boda y uno a dos personas que están comenzando un hogar, es obvio que se aman el uno al otro. Se puede ver en sus caras cuando están intercambiando los votos. Éste es el verdadero comienzo de un hogar y, al llegar los niños a los hogares, ese amor se ensancha para incluir a todos y cada uno de los hijos.
Pero, en muchos hogares hoy, el amor se ha ido.
Cada miembro del hogar se preocupa de sus propios intereses y ha olvidado que el ingrediente básico esencial para un hogar es, en cambio, preocuparse de los intereses de los demás.
Muchos hogares existen basándose en intentar preservar al menos el orden.
Me viene a la mente un hombre que tenía un pasado militar y que solía despertar a su familia cada mañana y los ponía en fila para darles las órdenes del día.
Se las daba y decía: ¿Hay alguna pregunta?
. Y la mayor parte de las veces nadie osaba preguntar algo.
Pero, tras varios largos años de lo mismo, finalmente su hijo de ocho años levantó la mano.
El padre le dijo: Muy bien, ¿qué quieres saber?
.
Y el niño preguntó: ¿Cómo puede uno salirse de esto?
.
¡No se le puede culpar por preguntar eso!
El problema en muchos hogares es que ellos piensan que hay amor, pero es sólo interés propio. El amor es una cualidad malentendida. Desgraciadamente, bajo el impacto pervertido de muchas producciones de Hollywood tenemos un concepto falso del amor. Pensamos que el amor es una especie de sentimiento cálido, pero el amor es aceptación y autoentrega. Por eso es por lo que los cristianos tienen las mayores posibilidades de tener un hogar feliz: los cristianos están experimentando continuamente esta clase de amor viniendo de Dios. Él nos acepta, ¿no es así? Él nos ama; no se pone sarcástico con nosotros; no nos trata con desdén. Nos ama incluso aunque nuestro comportamiento no merezca su aprobación.
El amor es buscar tiempo para estar unos con otros, conversar unos con otros y compartir los intereses de los demás. Si no, ¿cómo puede el amor ser una autoentrega? La autoentrega requiere tiempo y en nuestros hogares modernos éste es uno de los mayores problemas. Hay muy poco tiempo para estar juntos. Si el hogar comienza a sufrir en este aspecto, debe buscarse tiempo para estar juntos, con el fin de que el amor pueda ejercer su efecto sanador. Necesitamos hablar y compartir y trabajar juntos, y los hogares más felices son siempre aquellos donde la familia hace el esfuerzo de estar juntos y compartir. Esto no se obtiene exigiendo tiempo, sino dando tiempo. Cuando comience a hacerlo así, será más fácil para el resto de la familia compartir también. Así que el amor es el primer ingrediente de un hogar ideal.
Padre, gracias por el privilegio de tener el hogar al que pertenezco, un lugar de amor que trae a mi mente los más entrañables recuerdos de mi vida, porque allí fui amado. Te pido que mi hogar sea un lugar donde el amor habite.
Aplicación a la vida
¿Qué puedo hacer para promover un clima de amor entregado en mi hogar?