Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
1 Pedro 3:7
Pedro dice que un marido debe ejercitar deliberadamente el amor hacia su mujer. Esto refleja la muy profunda necesidad emocional en la mujer. Cuando dice que vivan con ellas sabiamente, está diciendo literalmente que convivan con sus esposas reflexivamente. Esto sugiere que es posible para los hombres entender a las mujeres. Y una de las cosas más importantes que deben entender es que ellas deben sentirse seguras del afecto de sus maridos. El trabajo del marido consiste en darle honor y hacerla sentir altamente apreciada. Él ha de mostrarle cortesía, una amable consideración en todas las circunstancias. Una de las cosas más devastadoras que puede ocurrir es que el marido se vuelva crítico hacia su mujer, tratándola con desprecio o sarcasmo. Esto provoca la desintegración de muchos matrimonios, pues amenaza a la naturaleza básica de la mujer. Es tarea del hombre hacer que su esposa sienta que es importante para él, y no dar por descontado el amor de ella.
Hace algún tiempo recorté un artículo humorístico que traza la tendencia del matrimonio a pasar desde la altura de la felicidad a la monotonía de las actitudes rutinarias. Se llama Las siete etapas del resfriado matrimonial y describe la reacción de un marido ante los resfriados de su mujer durante siete años de matrimonio.
Primer año: Cielito, estoy preocupado por ti, nena.
Respiras mal, y nunca se sabe con estas cosas, con tantos gérmenes que hay por ahí.
Te llevaré al hospital esta tarde para un chequeo general y un buen reposo
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Segundo año: Escucha, cariño, no me gusta cómo suena esa tos, y he llamado al doctor Molinero para que venga enseguida.
Ahora, vete a la cama como una buena chica, por favor
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Tercer año: Quizá sea mejor que te acuestes, cari; nada mejor que un descansito cuando te sientes chungo.
Te traeré algo de comer.
¿Tenemos sopa?
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Cuarto año: Mira querida, sé razonable.
Después de que hayas dado de comer a los niños y lavado los platos, será mejor que te vayas a la cama
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Quinto año:¿Por qué no te tomas un par de aspirinas?
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Sexto año: ¡Si al menos hicieras gárgaras en lugar de sentarte aullando como una foca!
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Séptimo año: ¡Por todos los santos, deja de estornudar ya!
¿Quieres que pille una neumonía?
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Ésta es la queja más común de las esposas a los consejeros.
Ellas dicen: Mi marido da por descontado que me tiene.
Soy como otro mueble de la casa
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Ella está siendo amenazada al nivel más profundo de su vida.
Ya no se siente segura del afecto de su marido,
y puede que reaccione en formas que los hombres creen irrazonables.
Quizás él llegue a casa, sin tener ni idea de que algo va mal, y dice algo normal, y, para su sorpresa, su esposa estalla y se marcha de la habitación dando un bufido.
El pobre hombre se queda desconcertado, diciéndose a sí mismo: ¿Qué he hecho yo?
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Pero es que algo ha amenazado al sentimiento de seguridad que su esposa tenía de su afecto, y ella lo está poniendo a prueba.
El marido sabio aprende pronto que tiene que ser considerado y amable, y restablecerá la seguridad de su afecto.
Es por eso que la gran responsabilidad del marido en el hogar es simplemente amar a su mujer.
Dios, Tú has sido tan considerado conmigo, incluso en las pequeñas cosas. Ayúdame a mostrar la misma consideración a los demás.
Aplicación a la vida
Como marido, ¿soy un estudioso de mi mujer, buscando vivir con ella sabiamente?