El [sacerdote] saldrá fuera del campamento y lo examinará. Si ve que está sana la llaga de la lepra del leproso, el sacerdote mandará traer para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo.
Levítico 14:3-4
En el capítulo 14, nos movemos a un desarrollo más profundo de todo este tema de manejar la lepra. Aquí tenemos la purificación del leproso. Nota que el leproso no pasa por todo el ritual que sigue para poder ser sanado; lo hace para poder ser purificado. Ya está sanado. El sanar es algo que sólo Dios puede hacer. Es un acto soberano de Dios que toma lugar en la vida interior. La purificación es la comprensión de la persona sanada del fundamento de Dios de sanación, para que su comportamiento exterior pueda ser ajustado después. Ésta es la imagen que se representa aquí.
Tú y yo no podemos sanar nuestros corazones leprosos. Si hay alguna actitud equivocada en nosotros, si ardemos con envidia o celos o resentimiento los unos con los otro, si somos impacientes y molestos y con ira en el corazón, raramente vemos estas cosas en nosotros mismos hasta que Dios nos pone en esas circunstancias donde son expuestas, y lo único que podemos hacer es llevárselas a Él, porque somos víctimas indefensas involucrados en estas actitudes peligrosas. Cuando finalmente te veas a ti mismo así, entonces puedes decir: “¡Señor, sáname!”. ¡Y Dios lo hace! Con un toque de Su gracia Él cambia nuestra actitud. Dejamos de estar a la defensiva sobre ello y lo admitimos. Y entonces la lepra es arrestada, su acción es parada, y somos sanados.
Pero entonces necesitamos purificación. Necesitamos entender la base de la cual ocurrió esa sanación interior, para que nuestro comportamiento exterior pueda ser ajustado al nuevo modelo. Eso es lo que se expone aquí en la purificación del leproso. Había un ritual prescrito que consistía de varios pasos por los que tenía que pasar antes de que pudiera resumir una vida normal. Obviamente, la base de la sanación siempre es sangre. Dios nunca sana, nunca bendice, nunca arresta la acción de la maldad aparte del derramamiento de sangre.
Esta sangre, por supuesto, es una imagen de la sangre del Señor Jesús. La muerte de Cristo, que concluye la vieja naturaleza, la vieja vida, es lo que constantemente está siendo expuesta para nosotros en estos sacrificios. Dios no se dedica a poner curitas en el cáncer; Él ataca la misma raíz del cáncer. No se dedica a manejar el mero síntoma; Él elimina el problema completo. Es por eso que Dios no está contento con meramente quitar de en medio unos pocos síntomas en tu vida. Él quiere que veas que esos problemas están surgiendo de la naturaleza malvada que tiene que ser concluida por muerte o del individuo mismo o de un sustituto inocente de su parte. No hay ninguna otra forma. Así que el derramamiento de sangre de este pájaro es una bella imagen del Señor Jesús y Su muerte por nosotros.
Señor, quiero ser completo, satisfecho y sanado. Trata conmigo, para que pueda entender y aplicar estos principios. Con David oro: “¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Jehová, roca mía y redentor mío!” (Salmo 19:14).
Aplicación a la vida
¿Presumimos sanarnos a nosotros mismos y a otros de los pecados del espíritu? ¿Por qué debemos enfocarnos en la sangre redentora de Jesús? ¿Estamos manejando honesta y compasionadamente el proceso de purificación al dirigirnos a los síntomas externos de los pecados internos?