La carne del sacrificio de paz en acción de gracias se comerá el mismo día en que sea ofrecida; no dejarán de ella nada para el día siguiente.
Levítico 7:15
¿No es extraño? Podías comer la carne el día que la ofrecías si era una ofrenda de acción de gracias para alguna cosa particular. Y si era una expresión general de tu gratitud a Dios podías quedarte parte de ella para el segundo día. Pero nunca bajo ninguna condición podías comer de la carne de esa ofrenda de paz en el tercer día. Tenía que ser quemada con fuego. Si intentabas comer de ella, era una abominación a Dios.
¿Qué es lo que está diciendo Dios aquí? Bueno, pues es una verdad muy práctica. Él está diciendo que no debe haber separación alguna entre la paz que sientes y la fuente de esa paz, el sacrificio que la proveía. No debes separar las dos. En otras palabras, no debes depender de los sentimientos de paz que se te dan. No intentes vivir con esos. Una vez que se te dé la paz como resultado de confiar en la obra de Jesucristo de tu parte, no digas simplemente: “¡Ah, ahora me siento mucho mejor! Ahora puedo seguir, y mañana esperaré que esta paz aún esté aquí y yo contaré con eso!”. No cambies tu dependencia de Aquel que da la paz a los sentimientos que son producidos.
¡Qué advertencia tan práctica es ésa! Porque todos tenemos una tendencia a hacer esto, ¿no es cierto? Tan pronto como se nos quita el peso de encima, pensamos: “Bueno, ahora todo está bien. Me desplazaré y seguiré adelante por mí mismo”. Pero si intentas eso, al cabo de dos días estás en el mismo lío otra vez, con un corazón inquieto. No, hay una sola fuente de la cual viene la paz. Viene del contar con la sabiduría y el amor y el cariño y el poder del Señor resurrecto, quien está obrando en ti y quien es capaz de manejar tu situación y solucionarla de una forma que no puedes anticipar y ni siquiera soñar, si te pones en Sus manos. Esto no significa simplemente olvidarlo; puede que seas parte de la solución. La forma en la que Dios solucione la situación quizás sea utilizándote a ti. Pero no sabes cuándo quiera quizás utilizarte. Simplemente manténte listo, y Él te lo dejará saber. Pero la responsabilidad de solucionarlo ya no es tuya. Es de Dios. Ése es el secreto de la paz.
Gracias, Padre, por las verdades que enseñan estos sacrificios del Antiguo Testamento. Ayúdame a acordarme que la paz sólo viene al confiar en el sacrificio que hizo posible la paz contigo.
Aplicación a la vida
La paz que perdura está arraigada en el carácter y obra de Jesucristo. ¿Qué sugiere eso sobre los tiempos cuando sentimos que la paz es huidiza y nos sentimos abrumados por los temores?