Dios no desecha al íntegro ni ofrece apoyo a la mano del maligno.
Job 8:20
Al leer los argumentos de Bildad es preciso preguntar: “¿Qué tiene esto de malo? Da la impresión de estar tan bien y tener razón”. Es un argumento que escuchamos repetido muchas veces hoy. Lo que dice Bildad es verdad y lógico además de apoyado por un argumento plausible tanto en lo que se refiere a la experiencia del pasado como al testimonio de una gran parte de las Escrituras. De modo que ¿qué es lo que está mal?
Yo veo tres cosas que están mal en lo que se refiere a los enfoques de los amigos de Job. Primero, contestan a las palabras de Job sin intentar averiguar lo que ha producido sus palabras. Se están concentrando en lo que él dice sin entender su agonía. Job mismo ha admitido que habla precipitadamente, pero dice que es por el incesante tormento por el que está pasando. Aquellos de nosotros que hemos pasado por un dolor profundo e incesante sabemos de qué modo puede esto poner a prueba el espíritu hasta el máximo, por lo que nos volvemos irritables y ansiosos. Y porque Job dice ciertas cosas que les parecen extremas, sus amigos se ceban en sus palabras e intentan analizarlas. No hacen ningún esfuerzo por identificarse con el sufrimiento de Job en su manera de enfocarlo.
La segunda cosa es que la teología de estos amigos era la correcta en lo que ellos entendían, pero era muy incompleta. Ellos hablaron siempre con la máxima confianza en lo que estaban diciendo, pensando que era la última palabra sobre el tema. No había aparente entendimiento de que tal vez había aspectos de Dios y dimensiones de Su Palabra que ellos no habían visto todavía. Su visión estrecha y limitada decía que las dificultades en la vida de una persona son siempre causadas por el pecado. Muchos de los problemas en la vida están causados por el pecado, y, por lo tanto, es imposible decir que estos hombres estaban equivocados. Pero, a pesar de ello, no vieron que podía haber otros motivos por los que Dios nos permite pasar por sufrimientos.
Yo recuerdo la famosa historia de los hombres ciegos y el elefante. Se reúnen alrededor de este enorme animal y tocándolo intentan averiguar cómo es un elefante. Uno de ellos lo agarró por la trompa y dijo que un elefante era como una serpiente. Otro, sintiendo una pata, dijo que el elefante era como un árbol. El tercero, sintiendo el costado del animal, dijo que el elefante era como una pared. Un cuarto, agarrándolo por la cola, dijo que el elefante era como una cuerda. Así que empezaron a discutir sobre el tema. Todos ellos tenían razón, pero todos ellos estaban también equivocados porque no vieron la imagen completa.
La tercera cosa que está mal en lo que se refiere a estos amigos es que nunca parecen referirse a Dios para pedir ayuda para sí mismos en cuanto a entender el problema de Job. Nunca oran con Job; nunca le piden a Dios que les abra la mente y que ilumine su entendimiento, para que puedan ayudar a su amigo. Este libro de Job está lleno de oraciones, pero todas ellas son las oraciones de Job, clamando a Dios en medio de sus sufrimientos. Sus amigos no parecen sentir nunca la necesidad de mayor iluminación sobre el tema. ¡Qué testimonio es éste para nosotros respecto a la necesidad de hablar con cautela cuando tratamos acerca de los profundos sufrimientos y problemas de la vida!
Señor, ayúdame a ayudar a aquellas personas que están sufriendo y a orar con ellas con un espíritu de compasión.
Aplicación a la vida
La compasión semejante a la de Cristo será bastante diferente a la de los amigos de Job. ¿Cómo podemos evitar estar pagados de nuestra propia rectitud, ser insensibles y dominadores cuando consolamos a otros?