Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: “Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di por profeta a las naciones”.
Jeremías 1:4-5
No es extraordinario que cuando Dios comenzó a hablar a este hombre joven y a mandarle a su ministerio, la primera cosa que hizo fue sentarse y compartir con él que: “Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida”. ¿No es eso lo que está diciendo? Ésta es la preparación de Dios. La cosa extraordinaria es que esta preparación comenzó mucho antes de que Jeremías fuera ni siquiera concebido. En otras palabras, Dios dijo: “Comencé a prepararte, y a preparar al mundo para ti, mucho antes de que nacieras. Obré por medio de tu padre y tu madre, tus abuelos y tus abuelas, tus tatarabuelos y tus tatarabuelas. Durante generaciones te he estado preparando”. ¡Qué revelación tan extraordinaria a este hombre joven que durante generaciones del pasado Dios había comenzado a obrar!
Cuando la gente se enfrenta a una crisis, siempre comienzan a buscar un programa, algún método mediante el cual atacar la crisis. Cuando Dios se propone solucionar una crisis, casi siempre comienza con un bebé. Todos los bebés que Dios manda al mundo, que parecen tan inocentes e indefensos ―y tan inútiles― cuando nacen, tienen un potencial enorme. No hay nada muy impresionante sobre la apariencia de un bebé, pero ésa es la forma que tiene Dios de cambiar el mundo. Eso es lo que Dios le dijo a Jeremías: “He estado obrando antes de que nacieras para prepararte para ser un profeta, obrando por medio de tu padre y tu madre y aquellos que vinieron antes de ellos”.
Si lees este relato como si esto fuera algo extraordinario que sólo se aplicara al profeta Jeremías, has leído el pasaje completo incorrectamente. A menudo oigo a la gente decir de alguna persona célebre: “Cuando Dios le hizo, rompió el molde”. Eso es verdad, pero lo que fallamos de ver es que eso es cierto de cada uno de nosotros. Dios nunca hizo a otro como tú, y nunca lo hará. Dios nunca hizo a nadie que puede llenar el sitio que tú llenas y hacer las cosas que tú puedes hacer. Ésta es la maravilla de la forma en la que Dios forma la vida humana: que de los billones y billones que han nacido en esta tierra no hay duplicados. Cada uno es único, preparado por Dios para el tiempo en el que ha de vivir. Ésta es la palabra que vino a Jeremías, para fortalecerle. “Mira”, Dios dijo, “te he preparado para esta misma hora”, como nos has preparado a ti y a mí para este tiempo, para este mundo, para esta hora de la historia humana.
Oí esta semana una historia acerca de la muerte de un hombre joven, un pastor. Cuando se estaba muriendo de cáncer, su padre y su tío, que son gemelos, le vinieron a ver. Después de haber estado visitando con ellos durante un ratito, le preguntó a su tío: “¿Te importaría si hablo a solas con mi padre?”. Su tío contentamente esperó en el pasillo. Cuando su padre salió, le dijo a su hermano: “Quiero decirte lo que hizo David mientras estábamos solos. Me llamó a su cama y me dijo: ‘¿Puedo poner mis brazos a tu alrededor?´. Me agaché lo más que pude y dejé que pusiera sus brazos a mi alrededor. ‘Y ahora, Papá, ¿podrías poner tus brazos a mi alrededor?´ Apenas pude controlar mis emociones, pero puse mis brazos a su alrededor. Entonces, con sus brazos a mi alrededor, me dijo: ‘Papá, quiero que sepas que el mejor regalo que Dios jamás me dio aparte de mi misma salvación, fue el regalo de un padre y una madre que aman a Dios y me enseñaron a amarle también´”.
Eso es lo que Dios le está diciendo a Jeremías: “¡Menudo regalo tienes! Cómo te he preparado para este momento, a través de generaciones que quedan tras de ti, para que puedas vivir y hablar y actuar en este tiempo en la historia”.
Gracias, Padre, que me creaste especial para este propósito único en la tierra. Ayúdame a cumplir Tu propósito para mi vida.
Aplicación a la vida
¿Medimos el significado de nuestra vida por medio de la aprobación del mundo? ¿Estamos comprometidos a seguir el camino individual que Dios ha elegido? ¿Estamos enseñando a nuestros hijos a seguir la dirección particular de Dios para sus vidas?